No recuerdo cuándo fue la última vez que vi a un árbitro español dirigiendo la final de una competición importante. De hecho, no recuerdo haberlo visto y es porque desde que el ya fallecido
Ortiz de Mendibil lo hiciera en la Eurocopa 68,
ningún otro colegiado a nivel de selecciones le ha emulado. Tampoco recuerdo a muchos árbitros de LaLiga dirigiendo las últimas rondas de estos campeonatos que sólo eligen a los mejores. Pero es que ni siquiera recuerdo a éstos en las grandes finales de clubes, ni en las últimas rondas, aunque estos sí los ha habido -contados- más recientemente. Y, sin embargo, desde la RFEF se sigue reiterando que tenemos a algunos de los mejores árbitros del mundo.
Si es así, ¿díganme uno? Porque cuando recordamos a árbitros que han destacado en las últimas décadas aparecen los nombres de
Busacca, Collina, Merk, Proença... pero nunca un español.
Mateu Lahoz, el representante español en el último Mundial y
supuestamente el mejor colegiado nacional del momento, es el ejemplo más claro. El pasado domingo, en el Getafe-Sevilla,
el VAR le salvó de hacer un ridículo espantoso. Independientemente del debate sobre si debieron ser penaltis, aunque el reglamento da la razón a los que piensan que sí, o si debió expulsar a Escudero, la cuestión es que
no vio ninguna de las acciones polémicas. Y si él es el mejor...