"Trabajar en la construcción era lo opuesto a lo que yo hacía, pero gracias a eso conseguí salir adelante"

El curioso caso de Balán Gonzales

El primer peruano que jugó en el Betis sólo disputó dos partidos; tras colgar las botas, emigró a Estados Unidos y se hizo albañil.

El curioso caso de Balán Gonzales
Balán Gonzales trabaja ahora como entrenador en la cantera de la Universidad César Vallejo, un club modesto de su país, Perú. - David Díaz
La historia de Balán Gonzales, primer peruano que vistió la camiseta verdiblanca, no tiene desperdicio. Aunque por Heliópolis pasó de puntillas, fue un futbolista tremendamente popular en Suramérica, conquistando varios títulos nacionales y vistiendo la camiseta de la selección peruana muchas veces. Su carisma y su peculiar estilo de juego levantaron pasiones allá donde fue. No dejaba a nadie indiferente, pues lo mismo era adorado, que recibía las mofas de la grada. "Es verdad, hacía cosas que no eran para mí. A veces marcaba goles que dejaban mudo al estadio, y en otras tenía la ocasión de meterla con los ojos cerrados debajo del larguero... y la fallaba", confesó en una entrevista concedida a ESTADIO en 2009.

Al Betis llegó en enero de 1994 cuando era un prometedor delantero centro. Curiosamente, fue uno de los primeros fichajes que realizó Lopera y la memoria de Balán sigue estando intacta. "Don Manuel me llevó allí a través del intermediario Fernando Torcal. Antes de presentarme, me dijo de broma que el Betis debía tener siempre un jugador de color. Él y José León se portaron muy bien conmigo. Tuve pocos minutos, pero para mí fue una experiencia muy bonita y que me hizo madurar mucho". Balán jugó también en China y en Grecia, pero nunca vio una afición como la verdiblanca. "Era muy especial. Me sorprendió la cantidad de gente que iba a ver los entrenamientos, y eso que estábamos en Segunda. Preparábamos los partidos en la ciudad deportiva y luego íbamos a ducharnos al estadio, y por el camino, los béticos nos acompañaban siempre, con sol, lluvia o frío", rememora. Con la elástica de las trece barras sólo disputó dos partidos: uno en el Salto del Caballo (Toledo) y otro en el Benito Villamarín contra el Marbella, del que guarda un grato recuerdo. "Ganamos 5-2 y me dieron la enhorabuena porque lo hice bien. Era muy difícil jugar en ese equipo porque Aquino las metía todas. También estaba Cuéllar y jugadores internacionales como Kasumov o Ekström".

Con todo, para los dos entrenadores que tuvo en Heliópolis sólo tiene palabras de elogio. "Kresic fue quien avaló mi fichaje. Intentó ponerme a punto físicamente, tuvo paciencia conmigo e incluso quiso llevarme al Mérida el año siguiente. De Serra Ferrer recibí las mejores enseñanzas. Era un poco duro, pero eso sirvió para conseguir el éxito. Tenía las semanas perfectamente estructuradas y conmigo siempre fue muy honesto". Una vez que se certificó el ascenso, Serra Ferrer le llamó al despacho y le comunicó que no contaba con él.

Balán Gonzales regresó entonces a su país, donde vivió su época dorada como futbolista, se hinchó a meter goles y se labró un nombre. Dejó su huella en un sinfín de clubes como Alianza de Lima, Deportivo Pesquero, Sporting Cristal, Universitario de Deportes, etc. No hay nadie en Perú que no sepa quién es Balán Gonzales y que no conozca los cánticos que le dedicaba la hinchada, aseguran los periodistas de su país. Tristemente, cuando su carrera deportiva estaba llegando a su fin, un incidente trágico en el año 2002 le cambió la vida. Mientras jugaba un partido, unos individuos le desvalijaron las dos casas que tenía y su madre falleció poco después a consecuencia de ello. Perdió todas sus pertenencias y se vio obligado a dejar Perú para garantizar la seguridad de su familia.

Así, hizo las maletas y se marchó a Estados Unidos. Tras pasar por varias ciudades norteamericanas, se instaló en Dallas (Texas), donde empezó de cero en una profesión totalmente desconocida para él: la albañilería. "Trabajar en la construcción era algo nuevo para mí, y prácticamente lo opuesto a lo que había hecho hasta entonces, pero gracias a eso salí adelante", señaló.

No se le cayeron los anillos al dar un giro tan radical y el esfuerzo tuvo su recompensa, ya que hace un par de años pudo regresar a su país y empezar a trabajar como entrenador en la cantera de un club modesto: la Universidad César Vallejo.

En cualquier caso, ni el paso del tiempo ni los miles de kilómetros que separan la ciudad de Trujillo (Perú) de la de Sevilla, han conseguido que se olvide de su paso por el Betis. "Hace unos días vi por casualidad en Internet un vídeo de la Semana Santa de allí y se me abrieron las carnes. Yo vivía con Ekström en Triana, tú sabes mejor que yo cómo es ese barrio, tiene mucho arte y hay muchos béticos. También echo de menos los tintitos y las tapitas de la Feria. Qué tiempos...", recuerda con felicidad.

Además, confiesa que todos estos años ha seguido la actualidad de los verdiblancos y que se ha emocionado cada vez que ha visto a alguno de sus ex compañeros en televisión. Es más, sigue haciendo gala de su beticismo y no ha dudado en transmitírselo a sus hijos. "Quiero que los béticos sepan que estoy muy agradecido de haber formado parte de la historia de ese gran club. A mis hijos les enseño fotos de esa época y conocen perfectamente el famoso dicho de ´viva el Betis manque pierda´", afirmó con emoción durante la conversación que mantuvo con ED.