La transformación física que ha experimentado
Alfred N´Diaye en el último año es espectacular. Valgan como ejemplo las dos fotos que acompañan esta información, cuyas diferencias saltan a la vista. La de la izquierda fue tomada el 14 de septiembre de 2014, coincidiendo con su primer partido como titular de la pasada temporada ante el Albacete. Aquel día evidenció estar sobrado de peso y muy lejos de su mejor forma, quizás porque tuvo una pretemporada atípica tras ser descartado por el Sunderland y dilatarse en exceso las negociaciones para su regreso al Betis.
La segunda instantánea es del último partido de
Liga ante la
Real Sociedad, disputado el 12 de septiembre de 2015, es decir, justamente un año después, y en ella se aprecia a un jugador completamente distinto.
Lo primero que llama la atención es la silueta. Así, de tener una complexión robusta, excesivamente ancha y poco trabajada, el franco-senegalés ha pasado a tener un cuerpo fibroso, mucho más fino y marcado. Evidentemente, la pérdida de peso ha sido fundamental (entre siete y ocho kilos), pero también ha conseguido otro gran reto: transformar la grasa en músculo.
La metamorfosis se aprecia en el rostro (más afilado), en el torso (más definido), en los brazos (más perfilados), en las piernas (ahora parecen más alargadas) y en el rendimiento (hoy por hoy es el mejor jugador del Betis en el plano físico). Para más inri, ha cambiado de ´look´ y ahora lleva el pelo más largo. Podría decirse que el que juega ahora es el
´nuevo´ N´Diaye, al que se le ve más rápido, ligero, resistente, disciplinado y confiado. Al término de la 14/15 se propuso pulir su cuerpo, de ahí que trabajara durante las vacaciones con un preparador físico de su confianza, y lo ha logrado con creces para beneficio del Betis.