Víctor modela un equipo polifacético

Víctor modela un equipo polifacético
Víctor Sánchez del Amo corrige a Riza Durmisi durante el encuentro ante el Athletic. - Óscar Murillo
Óscar MurilloÓscar Murillo 4 min lectura
Jugar con tres centrales y una línea de cinco atrás es perfectamente compatible con alinear un equipo ofensivo. Varios ejemplos en España y el extranjero prueban cada fin de semana que el dibujo no condiciona necesariamente el estilo. Y Víctor Sánchez del Amo, que ha logrado que su Betis anote más goles de los que encaja, se ha apuntado al sistema de moda para, poco a poco, ir matizándolo en busca de que la manta no quede tan corta a los verdiblancos. De hecho, un somero análisis de los elegidos de inicio ante el Athletic desvelaba la apuesta más osada hasta la fecha del madrileño, con los dos carrileros más largos de que dispone, más un solo mediocentro defensivo, escoltado por un mediapunta (Dani Ceballos) y un extremo reconvertido a interior (Joaquín), con lo que arriba quedaban dos delanteros natos (Rubén Castro y Sanabria).

Después, con el paso de los minutos, se consumó una de las máximas que se ha impuesto desde el relevo en el banquillo heliopolitano: la versatilidad. Porque, con el 1-5-3-2 (o 1-3-5-2) como esquema base y otros apartados innegociables (presión alta y escalonada, atención especial a la estrategia, etcétera), el Betis se ha vuelto tremendamente polifacético en estas cuatro jornadas con nuevo entrenador. Incluso, durante un mismo encuentro, como aconteciera el pasado domingo.

Fruto del denonado trabajo del cuerpo técnico en los días previos a cada compromiso, la escuadra hispalense ha logrado generar una identidad propia, cimentada sobre el sacrificio y la intensidad, pero también variantes según el enemigo al que se midan. Por ejemplo, anuló a Las Palmas con un marcaje al hombre de Petros sobre Roque Mesa y con las ayudas de Donk para que ni Tana ni Jonathan Viera recibieran nunca cómodos. Además, los bloqueos a Bruno y Mandi en el primer palo en sendas acciones a balón parado acabaron resolviendo el choque.

En Eibar, la tempranera expulsión de Piccini concedió el beneficio de la duda y concedió una coartada aceptable, mientras que, contra el Celta, la idea era liberar a Ceballos por dentro, con Ryan pugnando con Radoja y el Tucu por la supremacía aérea, aunque la vigilancia a Aspas, cuya movilidad fastidió tremendamente al equipo, no terminó resultando. Con todo, Víctor incidió en la conexión en largo con Durmisi (desde José Carlos o el propio Dani), aprovechando que las diagonales de Wass y la proyección de Iago dejaban muchos espacios ahí para Roncaglia, duro pero lento para frenar al danés.

Frente al Athletic, el 1-5-3-2 mutaba en fase defensiva hacia un 1-4-4-2, con Donk ejerciendo de central y empujando hacia la derecha a Mandi y hacia la izquierda a José Carlos, mientras que Piccini y Durmisi se incrustaban por dentro y generaban superioridad, amén de ayudar a Joaquín y el propio Ceballos en la resta, permitiéndoles, en parte, un respiro para la creación.

Este último giro, paradójicamente, no hizo perder demasiada profundidad al Betis, cuyo doble lateral sí lastraba las subidas de Eneko Bóveda (luego, de Lekue) y Balenziaga, cerrando los pasillos exteriores para un conjunto bilbaíno desacostumbrado a percutir por dentro.
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