Aseguraba
Víctor Sánchez del Amo en la previa del encuentro que le preocupa cuando
Rubén Castro "falla una ocasión y baja los brazos, agacha la cabeza y se desconecta unos minutos". Unas declaraciones, cuanto menos, sorprendentes. Porque visto lo visto ante el
Villarreal, el técnico madrileño tiene otros muchos motivos para preocuparse antes que darle un palo al mejor delantero de la historia bética.
Pero no sólo de sus números vive
Rubén. Ayer, sin ser su mejor partido, generó casi todo el peligro de su equipo, que fue poco. A sus 35 años, no se entiende que viva tantos minutos fuera del área, donde de veras hay que aprovechar su espectacular capacidad para definir, pero aún así supo fabricarse un disparo raso desde la frontal en el primer acto y otro cruzado al que no llegó
Alegría por poco en el segundo. Tras ello, no se le vio desconectarse. Lo que sí se comprobó es que
Víctor no se atrevería en esta ocasión a quitar a su mejor hombre, un
Rubén con el orgullo herido.