El partido entre el
Betis y el
Rennes dejó dos claras conclusiones, más allá de un
3-3 que es un resultado más que positivo, pues sirve para mantener la condición de invicto en
Europa League tras siete partidos y ofrece muchísimas posibilidades de éxito (le vale con ganar o empatar por menos de tres goles) para rematar la faena en la vuelta en casa, ante el calor de los suyos, y poder seguir soñando despiertos.
La primera de ellas es ajena al club verdiblanco, que no tiene la culpa de la absurda decisión de la
UEFA de considerar que es necesario aplicar el
VAR en la
Champions, pero negar esta gran ayuda a los clubes que juegan la Europa League, que también pueden perder lo mucho que hay en juego con polémicas del todo evitables como las del autogol de
Javi García en el
2-0 y el inexistente penalti del
3-1 al filo del descanso, que frenaba una gran reacción visitante.
Esa es la primera; en la segunda conclusión la responsabilidad sí es exclusiva del club, que tras el mercado de enero confeccionó una plantilla con tres laterales diestros (
Francis se quedó en Sevilla con molestias,
Emerson no llegó aún -lo hará hoy- y Barragán sólo jugó cinco minutos) y con sólo uno zurdo, un Junior que se lesionó -pinta grave- y se unió al reconvertido Tello en la enfermería heliopolitana; lo que hizo que las bandas fueran para los veteranos
Joaquín y Guardado.
También cabe reseñar en el debe de
Setién y los suyos una mala lectura del tramo inicial, pues era previsible que el Rennes saliese extramotivado intentando matar con un ritmo frenético de juego y transiciones veloces. No supo prevenir ese escenario y, antes de que los dos factores más diferenciales de este Betis,
Lo Celso y Canales, pudiesen tocar el balón, el Betis ya perdía por
2-0 en el
Roazhon Park.
En el primer minuto,
Ben Arfa deleitó con una conducción por dentro, abrió a
Zeffane, que venía recorriendo la banda izquierda sin que nadie le saliese al paso, y el servicio al área de éste lo mandó al fondo de las mallas
Hunou, principal novedad del Rennes, tras salir en lugar del tocado
Bourigeaud.
La velocidad endiablada de
Sarr y Honou causaban estragos en un Betis arrollado por el ímpetu de los locales, muy superiores físicamente, y la calidad de Ben Arfa, tan intermitente como decisivo y clarividente en sus acciones.
En el 8', el ex del
PSG casi marca en una falta que sacaron entre
Joel y el larguero. Sin embargo, en el saque de esquina posterior llegaría el 2-0: barullo en el área con remate algo mordido de Sarr que desvía
Javi García. Subió al marcador con polémica, ya que el árbitro señaló fuera de juego posicional de
Niang, quien estorba a Joel, en una jugada muy similar a la del
Ajax-Real Madrid. La primera decisión del árbitro, sin embargo, fue corregida por el juez de área, quien vio que el murciano fue el último en tocar y, por lo tanto, además de ser autogol, anuló el fuera de juego.
Tras un primer cuarto de hora sin verlas venir, los de
Setién empezaron a coger el balón y a amasar posesiones más largas. Es cierto que al Rennes, con dos goles de ventaja, le importaba menos que le quitasen el balón, pero fue a partir de ese dominio cuando el Betis demostró tener mucha más calidad que el equipo galo.
La primera ocasión tardaría en llegar más de media hora. Fue tras un robo de
Lo Celso en la presión adelantada con servicio para
Loren, quien se topó con la rápida salida del meta local. El argentino, un minuto después, encontró la suerte que le había faltado a su equipo en los 31 minutos restantes, ya que batió a
Koubek gracias a que resbaló junto antes de disparar, lo que despistó al meta del Rennes. Todo nació de otro robo en la presión alta, esta vez de
Joaquín, con papeles intercambiados en el asistente y el rematador (pase de Loren y remate del rosarino).
Encuentra el caminoHabía que apretar en campo rival porque era ahí donde más sufría el Rennes, cuyo punto débil es la defensa. Otra de las claves de la mejoría fue el aumento de la velocidad en la circulación que propició la entrada de
Diego Lainez (elegido para suplir a Junior). El azteca, además, estrelló contra Koubek un tiro muy centrado tras una pared con Lo Celso que resultaba premonitorio.
Esa clara ocasión, unida a un disparo demasiado cruzado de Canales y otro de Loren que el meta desvió a córner, transmitían sensaciones de que el empate estaba cerca, que no era poco para lo dramático que había sido el tramo inicial. Sin embargo, al filo del 45', Sarr cayó en el área y volvió a generar la discusión entre el árbitro y su juez de área. Esta vez para confundirle, ya que la repetición dejaba claro que Guardado tocó balón y no lo era. Ben Arfa aprovechó el penalti inexistente y echó un jarro de agua helada sobre el beticismo tras engañar a Joel.
Declaración de intencionesNo ha llegado el Betis hasta aquí para rendirse al primer revés. Dejarle claro al Rennes su feroz ambición y su deseo por llegar muy lejos en la Europa League era el primer cometido para la renudación. El equipo salió con coraje de campeón, recuperó su personalidad y tomó el mando del partido con determinación. Hizo recular y metió miedo a su rival a base de abrir el campo, de tocar rápido, de entrar por bandas y de generar ocasiones.
No fueron malos intentos un cabezazo de
Mandi y un chut lejano de Loren; pero mejor aún fue una volea de Canales tras un precioso control con el pecho que el poste de Koubek repelió. El gol se masticaba. Tenía que llegar por mera inercia y
Sidnei fue el autor, al cabecear una falta lateral colgada por Joaquín. Quedaba media hora y el
3-2 no era mal resultado. Setién tenía que tener en cuenta la posibilidad de que buscando más goles, le pillarán al contragolpe.
Sin embargo, el Betis quería más. Perseveró y acabó encontrando un premio justo a la neta superioridad que demostró durante 75 minutos. Sobre la bocina, Canales bota un córner, prolonga Mandi en el primer palo, la toca lo justo
Jesé (que suplió a Loren ganándole la partida a Sergio León) y
Diego Lainez se saca una rápida volea que pasó por un bosque de piernas y que besa las redes con la pasión de un enamorado el Día de San Valentín. Porque este Betis enamora. Y esta Europa League enamora a un Betis que, como decía
Kipling, es capaz de "soñar sin que los sueños le dominen".