La mejor conclusión que el beticismo puede sacar de la derrota ante el Getafe es que los jóvenes que se forman en la Ciudad Deportiva Luis del Sol tienen ante sus ojos al mejor ejemplo posible. Joaquín Sánchez, a sus casi 38 años, simboliza a la perfección qué es ser un buen profesional.
No sólo por su físico -cuidado con mimo durante toda su carrera-, sino por su pundonor, su amor a las trece barras y su carácter. El portuense fue uno de los dos cambios de Setién en el descanso y le bastaron 45 minutos para ser, de lejos, el mejor de su equipo. Fue el único capaz de desbordar la ordenada zaga azulona, animó a sus compañeros, despertó a la afición y subió la intensidad del choque para buscar la remontada.
El capitán no permitió a nadie bajar los brazos y puso aún más de su parte con un misil que se alojó en la escuadra derecha de David Soria y que dio esperanzas a los locales a falta de 15 minutos. Fue su quinto tanto en la presente campaña; tercero como revulsivo, tras los que marcó ante el Sevilla y el Valladolid entrando también desde el banquillo.