Saltó el Betis de Quique Setién al Benito Villamarín con un ambiente de crispación que no ayudaba en demasía al equipo, pleno de silbidos en contra y con una pancarta premonitoria en la que podía leerse "Nadie por encima del escudo".
Y así fue, ningún integrante del plantel verdiblanco, prácticamente, lo estuvo, rindiendo todos muy por debajo de lo que las trece barras exigen. Incluido un Sergio Canales que, a lo largo de la temporada, ha sido de lo mejor del Betis, pero que ayer, quizá empujado por la presión, el nerviosismo o el clima que se respiraba, regaló un balón en la frontal que acabó siendo el 0-1 para el Espanyol y que sólo Feddal, con un poco de dignidad en el añadido, consiguió remendar.
Los verdiblancos, dibujados sobre un 1-3-4-3 en el que la principal novedad fue Joel Robles bajo palos, con Jesé cayendo a la izquierda y con Lo Celso, en la línea de ataque, por el centro, protagonizó un gran arranque, saliendo muy enchufado desde el 1' y buscando la portería rival de inicio, como se le viene recriminando a lo largo de toda la temporada.
Pero la iniciativa apenas le duró el primer cuarto de hora, siendo muy generoso, y es que el ambiente en Heliópolis tampoco ayudaba a ello. Con un juego combinativo estéril, las ocasiones béticas dependían de chispazos arriba ante un Espanyol rácano que se fue abriendo tras salir encerrado y que, al final, fue incapaz de defender su ventaja ante un Betis que acabó con defensa de cuatro y tirando de orgullo, por poco que le quedara. Y es que ayer, en el Villamarín, todo el mundo estuvo por debajo del escudo, también más allá del césped.