El
Betis no ha podido comenzar mejor la temporada 2020/2021. Esto acaba de empezar, puede pasar de todo y el viento puede cambiar de dirección. Por eso, aunque en el seno del club hay una
gran satisfacción por cómo ha comenzado el curso, se centran en
sonreír hacia dentro y no exteriorizar en demasía una ilusión que luego puede volverse en su contra; como sucedió, sin ir más lejos, en la pasada campaña, que comenzó como el año de la ilusión y concluyó con
una de las mayores decepciones de su historia reciente.
Este Betis que Manuel
Pellegrini dirige con su característico aplomo ha conseguido, de momento,
cambiar la dinámica de malos resultados y de una aún peor imagen. Es colíder de LaLiga, con dos victorias (seis puntos de seis posibles) y cero goles encajados.
Además, ha cambiado el estilo de juego, que sigue priorizando la búsqueda del protagonismo con el balón; pero que posiciona al equipo en zonas menos comprometidas, reduciendo riesgos y dando seguridad a un equipo sujetado por el equilibrio que le aporta el doble pivote Guido Rodríguez-William Carvalho.
Este Betis 20/21 ha vuelto a ilusionar después de cambiar la dinámica, el estilo de juego...
y también el discurso. Atrás queda la
grandilocuencia que caracterizaban las declaraciones de
Quique Setién o el indestructible
optimismo de Rubi, que se pasó toda la temporada en la parte baja de la clasificación y, aun así, llegó a la víspera de su despido calculando las remotas opciones que su equipo tenía de acercarse a los puestos que dan acceso a
competiciones continentales.
No cabe duda de que
había y hay plantilla para rondar la zona noble de la tabla. Fekir, Canales, Borja Iglesias, Joaquín, Claudio Bravo, Emerson, Bartra, Mandi... Hay un buen equipo, pero
este Betis ha aprendido el error y abogan por
evitar las consecuencias de generar expectativas antes de tiempo. Ir día a día y mejorar en cada partido. Ése es el único objetivo al que se refieren públicamente jugadores, técnicos y dirigentes. En su foro interno, su punto de mira está puesto en Europa; pero de eso no habla nadie. Ni dentro del club, ni fuera; pues el beticismo sigue la misma hoja de ruta.
Con la piel curtida ya en decepciones,
el bético está curado de espanto y ha visto de todo. De tocar el cielo con plantillas más que modestas a pegarse sonoros batacazos con equipos repletos de jugadores de primer nivel. Abogan por la
paciencia y por dejar
que el tiempo hable y ponga a este Betis en el sitio que le corresponde. Buena muestra de ello es el resultado de la última
#EncuestaHelvetiaED, propuesta por este periódico en plena euforia por el buen arranque del equipo verdiblanco.
Pese al inmejorable inicio, un mayoritario
58 por ciento de los participantes en el sondeo realizado por ESTADIO Deportivo
responden con una negación a la pregunta de si ven mimbres suficientes para que el Betis aguante en la parte alta de la clasificación liguera y opte por conseguir algún
billete europeo; logro en el que confía el otro
42 por ciento de los votantes. Ha cambiado el discurso. No vale vender la piel del oso sin ni siquiera salir de caza. El beticismo ya no se conforma con palabras.
Quiere hechos.