El
fútbol modesto está velando armas. Y ya era hora. La irrupción de la
Comisión de Clubes de Tercera y Segunda B (CCT), presidida por Óscar Garvín, al menos, está dibujando otro panorama.
"Teníamos que alzar la voz. Hace 18 años este fútbol ocupaba hojas enteras en los medios, era muy seguido, pero ha perdido apoyos. Entre ellos, la RFEF con su desidia con las competiciones nacionales no profesionales. Vemos desaparecer a clubes históricos y no pasa nada", decía Garvín en una entrevista realizada por este diario el pasado mes de agosto.
Y del dicho al hecho hay un pequeño trecho. Después de meses intentando negociar, el enfrentamiento contra la RFEF es una realidad. Está en juego una mayor inversión en un fútbol olvidado y que se 'muere' si no se le ayuda.
Por ello, la CCT ya ha advertido que está dispuesta a un cierre patronal. No se trata de ningún órdago, ya que hay que tener en cuenta que está respaldada por más de 200 conjuntos de ambas categorías.
El fútbol no es propiedad de la elite. El balompié amateur tiene que 'chillar' de una vez para que se le oiga en su federación y mal haría en ponerse de perfil. Está en juego el uno por ciento de los ingresos audiovisuales que genera LaLiga y que se entregan a la RFEF por las retransmisiones de la Copa del Rey, una migaja para algunos, pero un buen trozo de pan para muchos.
Carlos Vizcaíno
