La experiencia de Alberto González en los Juegos Olímpicos y una anécdota con el rey Felipe VI
En una entrevista con ESTADIO Deportivo, Alberto cuenta que el Rey "se sentó en su mesa al lado de María Pérez y estuvo almorzando con nosotros"
Los Juegos Olímpicos de París 2024 fueron los primeros para Alberto González. El triatleta malagueño se estrenó a sus 26 años en la capital francesa y lo hizo logrando un diploma olímpico, algo que no está a la altura de muchos. Orgulloso de ver cómo el trabajo dio sus frutos, en una entrevista con ESTADIO Deportivo relata cómo vivió su estreno, el compañerismo en la villa olímpica y se marca el tanto contando una divertida anécdota con el Rey Felipe VI. Una participación donde lo que queda claro es que "fue el mejor resultado que he hecho hasta el momento", en palabras del andaluz.
En cuanto a lo que más le gustó de la experiencia, Alberto lo tiene claro: "Lo que más me gustó fue rendir el Día D a la Hora H. O sea, ser una prueba del calendario mundial de casi un día especial en tu vida, decir vas a competir en los Juegos Olímpicos. Y no es solo estar en los Juegos Olímpicos, no. Estoy en los Juegos Olímpicos y voy a dar mi mejor versión. Y voy a hacer el mejor resultado que pueda. Y va a ser un resultado con galones, como digo yo. Y estar allí, estar preparado, tanto física como mentalmente, como había dicho, el Día D a la Hora H, me sorprendí mucho de mí mismo".
Acerca del truco para lograr ese acierto en su rendimiento está en la fe, según el triatleta: "Tienes que tener una convicción, una certeza y convicción, eso es fe. Tener una fe tremenda. O sea, cuando ves las cosas, las ves claras. Era un objetivo muy ambicioso de unos Juegos. Pero como había luchado tanto y había trabajado tanto para clasificarme, que ya el hecho de que, cuando ya me clasifiqué, ya hicieron la selección olímpica y mi nombre estaba dentro de la lista, pues ya era seguir disfrutando aún más el proceso, pero era también quitarme un peso encima de decir, guau, ahora sí, ahora voy a ser olímpico, ahora me voy a preparar al 100%".
Acerca del proceso de preparación, Alberto cuenta que le costó asumirlo: "Fue una preparación durísima, pero tenía unas ganas y una felicidad tremenda de poder estar preparándome unos Juegos Olímpicos. Y luego, viéndote cómo estás física, mentalmente, es que era el resultado que me merecía. Siempre nos preguntaban qué objetivos teníamos y, bueno, a mí el diploma era algo que veía factible, estaba entre los ocho primeros, pero realmente decía que, al final, somos merecedores de nuestro propio resultado".
El diploma olímpico lo guarda, sin misterios, en su habitación: "En mi cuarto, allí lo tengo... lo tengo ahí, no lo tengo ni enmarcado ni nada, está allí como un documento más, es un trozo de cartón más, tampoco... Tengo incluso el dorsal también pegado, pero lo tengo más a la vista y me gusta verlo, me gusta ver el número 15".
Como anécdota significativa, Alberto González es una de esas pocas personas que pueden contar que el Rey se ha sentado a comer en su mesa. "Después del relevo que yo competía el lunes 5 de agosto, fue la última prueba. Después de la individual, pues nos dijeron que el rey Felipe iba a ir a la villa a comer con nosotros, y como ese día había madrugado muchísimo a las cuatro de la mañana para competir, pues fui a comer muy pronto, y digo, bueno, si me lo encuentro, guay, si no, nada. Pues se dio el caso que justo entró en nuestro pabellón, yo estaba comiendo con María Pérez, que yo la conozco, del CAR de Sierra Nevada, y somos compañeros. Y no hubo otra cosa que el Rey se sentó justo al lado de ella, y por lo tanto estuvo comiendo conmigo en frente de mí, o sea que tuve la oportunidad de conversar con él, y echar un buen rato juntos de almuerzo".