Paco Cabezas: "Era o Hollywood o la nada"

Paco Cabezas: "Era o Hollywood o la nada"
El director sevillano Paco Cabezas, en pleno rodaje. - Juan Miguel J. Randado
Juan Miguel JiménezJuan Miguel Jiménez15 min lectura
Pasillos estrechos y cuasikilométricos, a veces intrincados. Cientos de carátulas hacinadas. Extrañas, coloridas, sugerentes. El videoclub monopolizaba la paradoja de la elección en las décadas previas a la llegada de las plataformas de streaming. A lo Tarantino, detrás de uno de esos mostradores cercados por cintas VHS, el sevillano Paco Cabezas pudo desarrollar su carrera de guionista antes de aterrizar en Hollywood como director. 'El alienista', 'American Gods', 'Fear the Walking Dead' o 'Into the Badlands' se cuentan entre sus trabajos, como 'Penny Dreadful: City of Angels', que se estrena este domingo en Estados Unidos. En su conversación con ESTADIO Deportivo, el en su día vecino de Rochelambert aborda sus inicios, su encuentro con Steven Spielberg o una reciente experiencia en el Benito Villamarín.

- ¿Cómo lleva el confinamiento?
- Lo llevo bien relativamente, ha sido un año muy intenso para mí porque he hecho 'Penny Dreadful' y he hecho 'Adiós'. 'Penny Dreadful' ha sido como rodar dos películas y 'Adiós' ha sido una película en sí, entonces rodar casi tres películas en un año ha sido una paliza brutal. Aunque sea por una razón terrible, descansar un poco me viene bien.

- En Rochelambert algún despistado le ubica en el antiguo videoclub Charlot, a la altura de la actual estación de metro...
- Me acuerdo perfectamente de ir a alquilar películas allí. Tenía un montón de videojuegos y películas, y también estaba el videoclub Zodiaco. No trabajé en un videoclub en Sevilla, fue en Madrid. Trabajé en un videoclub en Chueca en la época en que me vine a Madrid, en el año 2000, y estuve cantando en el metro con la guitarra durante un tiempo. Me hubiera gustado trabajar en un videoclub en Sevilla, pero ahí me pilló muy chaval, muy chico.

- ¿Qué recuerdos guarda de su etapa en el barrio? Reveló en una ocasión que solía ir andando al cine de los Arcos...
- Sí, iba a los Arcos andando o al Cine Alameda, porque en aquella época no tenía mucho dinero, tenía el dinero justito que me daba mi madre para ir al cine. No había presupuesto para autobús, entonces me he recorrido Sevilla. Me la he andado bastante. No era raro que fuera al Avenida 5 Cines andando y luego de vuelta a Rochelambert.

- Suele hablar con cariño de su etapa en el videoclub de Madrid.
- La época del videoclub la recuerdo con mucho cariño, los dos primeros años sobre todo. Los últimos estaba un poquito harto ya del videoclub (risas), pero fue mi escuela de cine, porque aprendes lo que al espectador le apetece ver. Si recomiendas una película a uno de los clientes y no le gusta, estamos en un problema. Te das cuenta de que aprendes lo que realmente la gente quiere ir al cine a ver.

- Tarantino se nutría de películas de spaghetti western o kung-fu durante su etapa en el videoclub. ¿Algún vicio confesable en cuanto a subgéneros con menos 'reputación'?
- Me encantan las películas de terror malas. Las malas malas de terror son comedias, y eso me divierte muchísimo. Hay películas como 'Troll 2' que son tan infumables que son maravillosas. Se aprende mucho del cine malo. Para hacer cine bien hay que ver los errores. En el cine malo hay películas que son tan tan malas que tienen un error como cada dos o tres planos. Y el cine malo de terror es una escuela de cine continua.

- Entre cliente y cliente, ¿escribía guiones sin parar o era un cinéfago tan concentrado en la pantalla como el recepcionista del hotel de 'Aparecidos'?
- Aprovechaba el tiempo muchísimo. Ponía mi música, ponía las películas de fondo que me apetecían, eso era un ritual. Poner 'El club de la lucha', que era una que ponía mucho (risas), y mi música. Llevaba unas cintas de mix con mi música favorita y me ponía a escribir mis guiones. Era bastante multitarea, me ponía a escribir los guiones y a la vez me venía alguien a pedir una recomendación. Me salía un momento de mis guiones, le recomendaba no sé qué película y volvía otra vez a escribir los guiones. Entonces, fue el trabajo perfecto para poder desarrollar mi carrera como guionista y allí escribí, detrás del mostrador del videoclub, el guion de 'Carne de neón', que fue mi primera gran película, o 'Aparecidos'.

La cinta protagonizada por Mario Casas (con quien volvería a trabajar en 'Adiós') se proyectó en el Festival de Cine de Tribeca, lo que le permitió con el tiempo cruzar el umbral de los grandes estudios. Un proceso gradual que alumbró filmes como 'Tokarev', con Nicolas Cage, o 'Mr. Right', de la mano del también oscarizado Sam Rockwell. Ahora aguarda para decidirse entre las series que tocan a su puerta y exprime su agenda a fondo, una hiperactividad que le da incluso para contar con su propio podcast: Casa Paco.



- 'Carne de neón' mutó de corto a largo y supuso un punto de inflexión en su carrera. ¿Cómo se gestó el salto a Hollywood?
- El salto a Hollywood es un salto poco a poco, a la gente le gusta oír como que es una cosa muy rápida, pero llegar a Los Ángeles y hacerte una foto con palmeras no significa que hayas conquistado Hollywood para nada. Es mucho más tiempo. Tienes millones de reuniones con un montón de ejecutivos y un montón de productores, y lo gracioso es que al principio allí, en Hollywood, lo que sobra es entusiasmo. Entonces, enseguida están como diciéndote 'pero qué maravilla'. Quieren producir tu película al segundo, parece que están enamorados de ti, pero en realidad ese entusiasmo es un poco falso. Lo que aprendes es que el 1 % de los productores son los que realmente quieren trabajar contigo, pero tienes que tener 200 reuniones para que dos sean buenas y es lo que a muchos directores, tanto españoles como europeos, les acaba cansando. Yo, que lo llevo un poco en el apellido, soy muy cabezón y no paro hasta conseguir lo que quiero, y ahí no tenía salida. Era o Hollywood o la nada, entonces era como decir 'hay que pegarse cabezazos contra la pared hasta que se rompe la pared o te partes la cabeza'. En este caso se rompió la pared.

- Y con su inglés de cantar por Bowie y Lou Reed en el metro de Madrid y de las películas de Martin Scorsese se plantó allí... ¿Es su referente como director? ¿Alguna cinta en particular le permitió sentir la epifanía de que tenía que dedicarse al cine?
- Scorsese es mi referente primordial, y 'Uno de los nuestros' es su mejor película, creo. Hay una frase al principio que dice 'que yo recuerde, desde que tuve uso de razón quise ser un gángster', y yo siempre me la he aplicado, pero como que 'desde que tuve uso de razón quise ser un director de cine'. Scorsese es el mejor director para contar historias de manera visual, sólo tienes que ver sus películas sin sonido y ves que visualmente es un crack. Cuando yo vi cómo Scorsese movía la cámara, me dije 'esto es lo que yo quiero hacer'.

- ¿Sigue acudiendo en patinete a los rodajes? ¿Cómo es un día normal en su trabajo?
- Un día normal de trabajo depende de lo que estés haciendo. Un día de rodaje, sí, muchas veces voy en patinete, porque si tengo suerte y estoy rodando en Vancouver o en Toronto o en Los Ángeles y me pilla cerca el rodaje, aunque se enfade el ayudante de dirección, voy en patinete.

- Ha dirigido a estrellas de primer nivel. ¿Es tan 'loco' del cine como parece Nicolas Cage?
- Intento estar lo más cerca de los actores que puedo y trabajar siempre desde la honestidad y desde el entusiasmo, creo que es clave. Ellos huelen ese entusiasmo. Nicolas Cage o Sam Rockwell notan cuando un director está aburrido de lo que hace y entonces es cuando surgen los problemas. Pero para mí (Cage) no fue un actor muy volcánico ni muy loco; al contrario, el entusiasmo fue un poco en lo que coincidimos, porque él es un friki del cine de terror y nos encantaban las mismas películas.

- ¿Es cierto que declinó el proyecto de Steven Spielberg para adaptar el videojuego 'Halo'?
- Sí, lo de Spielberg es verdad. Tuve que decirle que no, pero porque se abrió la puerta de hacer 'Adiós', que era la película que realmente me apetecía hacer, la película de mi infancia, de mi barrio, de mi gente. Era eso o hacer una serie de un videojuego de extraterrestres. Entonces, con todo el dolor de mi corazón tuve que decir que no. Lógicamente, es Spielberg, pero yo creo que uno tiene que seguir su corazón.

- ¿Trabajar con el coordinador de acción de 'Seven' ha sido su mejor 'master class' allí?
- Todavía no sabía muy bien cómo dirigir acción y me ayudó bastante. Al final coges un montón de muñequitos y cochecitos encima de una mesa y haces fotos a los cochecitos y a los muñequitos y acabas planificando la acción. Parece absurdo, pero rodar una película es como un juego de niños pequeños. Rodar la acción, por mucho que planees, en el fondo se reduce a colocar un montón de muñecos encima de una mesa y hacerles un montón de fotos. Eso es lo que aprendí del coordinador de acción de 'Seven'.

- 'Adiós' posee una fuerza dramática que te contagia y te hace verla con los dientes apretados, es un relato oscuro y luminoso a la vez. ¿Es el trabajo del que se siente más orgulloso?
- Sin duda, yo me siento más orgulloso de 'Adiós', porque creo que es mi mejor película y porque es la historia de una familia que está hecha con el corazón. Y me gusta mucho esa historia paralela de la policía y de Juan Santos, y de cómo estamos contando dos historias que al final van a unirse. Es un cambio que va de la oscuridad a la luz, me parece una película muy redonda y me parece muy bonito el haber tenido que volver a mi barrio, volver al sitio de donde soy para contar, creo, mi mejor película.

- ¿De todas las series que ha dirigido, con qué estética se siente más cómodo?
- Me siento más cómodo con las series cinematográficas y que están hechas con el corazón, suena un poco repetitivo pero es la verdad.

- Será la primera vez que le llaman de un medio deportivo... Sé que no es muy futbolero, pero en 'Adiós' se cuela el Betis un instante, y fue a un partido frente al Barcelona con su padre. ¿Cómo vivió aquella experiencia en el Benito Villamarín?
- La verdad es que fue una experiencia muy bonita. Yo no soy muy futbolero, pero es cierto que de pequeño sí lo era. Fuimos al partido del Betis, estaba allí Gordillo y nos regaló una camiseta del Betis que ponía P. Cabezas y, como mi padre se llama Pepe, pues se la regalé a él (risas), aunque iba dirigida a mí. Siempre me he sentido muy identificado con el Betis, porque el Betis es el equipo de barrio; aunque ahora les vaya mejor, durante mi infancia les iba fatal. Siempre me he sentido más de barrio.

- ¿Dónde podremos seguirle la pista en los próximos meses?
- Ahora no sé, me han ofrecido como cuatro series, pero tengo que decidir cuál voy a hacer porque parece que la última de 'Penny Dreadful: City of Angels' me ha colocado en un buen lugar y me están asediando a ofertas (risas), pero a ver cuál será la siguiente.
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