La playa que está a punto de desaparecer por las visitas de los turistas
La llegada de miles y miles de visitantes está haciendo que sea imposible poder disfrutar de algunos lugares

Con el verano a la vuelta de la esquina son muchos los que se lanzan a la carretera en busca de los lugares más visitados por los viajeros. Sin embargo, para muchos esto es considerado como un error, teniendo en cuenta que muchos lugares se vuelven virales gracias a las redes sociales y aumenta la masificación de turistas que roza el agobio, innecesario para disfrutar de unas vacaciones. En Alicante también parecen hartarse de esto y algunos ya se atreven a denunciarlo.
Las imágenes idílicas de aguas turquesas y acantilados mediterráneos han convertido a Jávea en un destino de culto para quienes buscan playas vírgenes y calas escondidas. Lo cierto es que ahora están en peligro. La presión turística sobre las calas de Jávea, especialmente la Granadella, Portitxol y Ambolo, ha llegado a un punto crítico. En foros como ForoCoches, decenas de usuarios denuncian una situación límite: masificación en fines de semana, parkings saturados desde primera hora y un control de acceso que “ni está ni se le espera”.
“El año pasado te cobraban 10 € por aparcar y aun así estaba a reventar”, comentan. Otros aseguran que “el acceso es un caos y el sistema de barreras no funciona”, lo que deja a estas joyas naturales al borde del colapso. No es solo una cuestión de incomodidad; es una amenaza directa para el ecosistema de la zona.

A pesar de esta realidad, Jávea sigue siendo una joya que merece la pena conocer. El casco histórico, con sus fachadas de piedra tosca y calles estrechas, es de los destinos que reflejan claramente el litoral mediterráneo. Monumentos como la Iglesia de San Bartolomé, del siglo XIV, o el Mercado Municipal de Abastos, son paradas obligadas para todos aquellos visitantes que se acercan a la localidad.

Las fiestas patronales también muestran el alma de Xàbia, en valenciano. Destacan las fiestas de los Moros y Cristianos en julio, con sus coloridos desfiles, y la Festa del Portitxol, que mantiene vivas las tradiciones marineras del barrio costero. Y por supuesto, la cremà de Sant Joan, con hogueras y rituales a pie de playa, conecta al pueblo con sus raíces.

En el terreno gastronómico, Jávea ofrece una cocina rica en sabor y mar. No puedes marcharte sin probar una buena fideuà, el arròs a banda, o el pulpo seco, una delicia local que se sigue elaborando como antes. Las tapas en el puerto o los vinos de la Marina Alta completan la experiencia gourmet perfecta.