El Benito Villamarín vuelve a vivir su tradicional ‘lluvia de peluches’

Un año más, Heliópolis volvió a hacer magia. El Estadio Benito Villamarín, como mandan los cánones desde hace un tiempo por estos lares, volvió a presenciar la ‘peluchada’. Esta vez fue en el descanso del duelo entre el Real Betis y el Real Madrid. Ahí, en el entretiempo de un duelo trepidante, la grada del coliseo verdiblanco compuesta por 52.796 aficionados béticos dejó una bonita estampa con miles de peluches volando por el cielo heliopolitano que captó en directo ESTADIO Deportivo.

Con una cuenta atrás llevada a cabo por la megafonía del estadio, los aficionados lanzaron al unísono al cielo verdiblanco los peluches que traían guardados. Una lluvia de peluches que duró varios minutos y que obtuvo el eco desde cada rincón del Villamarín. Rápidamente, voluntarios y agentes de seguridad se lanzaron a recogerlos para que la segunda mitad del partido se pudiera vivir con normalidad.

Se trata de una tradición sin parangón que se ha convertido en una de las imágenes más emotivas de la Navidad verdiblanca y de LaLiga. Cada año, salvo la excepción que supuso el Covid-19, los aficionados aguardan con ilusión para echar una mano a S.M los Reyes Magos de Oriente, quienes ya hacen enloquecer a los más pequeños cada 5 de enero en la ciudad.

Los peluches recaudados van destinados a la Fundación Real Betis. Serán ellos quienes entregarán los peluches a las distintas asociaciones de la ciudad durante las próximas semanas y meses, en un reparto a nivel nacional e internacional.

Con respecto al año pasado, cabe recordar que se entregaron peluches a asociaciones como la Comisión Española de Atención al Refugiado o los pequeños niños beneficiarios del proyecto que la Fundación tiene en Guinea Ecuatorial gracias a Benjamín Zarandona.

Durante la semana, el club publicó un comunicado con información relativa a la iniciativa. En él, la entidad verdiblanca informó a sus socios sobre los requisitos que debían cumplir dichos juguete, pues no podían exceder un tamaño de 30 centímetros y un peso que no excediera de los 200 gramos. Además, los juguetes no podían contener pilas ni estructuras para usar con baterías eléctricas. Con todo, para los juguetes que no cumplían los requisitos, el club habilitó algunas zonas del estadio para poder depositarlos y que esos juguetes llegasen a sus destinatarios.