"Me habría bajado el salario hasta donde fuera para retirarme en el Sevilla"
Nico Pareja, lastrado por las lesiones durante su lustro como nervionense, define a los nervionenses sin duda alguna: "Es el club de mi vida, donde tuve una mayor conexión y sentido de pertenencia"
A sus 41 años, sigue ligado al mundo del fútbol como comentarista de DAZN. Aunque jugó en seis clubes profesionales a lo largo de su dilatada carrera, que terminó en 2019, siente especial predilección por aquél por el que casi todos lo recuerdan, el Sevilla FC, donde actuó el doble que en cualquier otro equipo. Tras descollar en Argentinos Juniors, pasó por el Anderlecht y el RCD Espanyol. A Nervión llegó en 2013, primero cedido y, un año más tarde, traspasado desde el Spartak de Moscú a cambio de 2,5 millones de euros. Como blanquirrojo ganó tres Europa Leagues para marcharse después de un lustro al Atlas mexicano, donde colgó las botas a los 35 años. Esta semana, Nico Pareja ha sido el protagonista de una nueva edición de 'El After de Post United', donde fue cuestionado por muchos temas, uno de ellos de actualidad en tierras hispalenses, tras aceptar Marcao Teixeira, Adnan Januzaj y Djibril Sow rebajar su sueldo para que inscribieran a los fichajes, pero no Joan Jordán, Tanguy Nianzou o Rafa Mir.

"No me quería ir, pero entendí que era lo que deseaban tanto el club como el entrenador en aquel momento. Si hubiera sido por mí, me habría bajado el salario hasta donde fuera para retirarme en el Sevilla FC", apunta el zaguero italo-argentino, que considera a los andaluces como su hogar: "Es el club de mi vida, donde tuve una conexión con el equipo y con la gente. Experimenté un sentido de pertenencia que fue mayor que en otros lados". Aquí, coincidió con grandes entrenadores, reservando palabras de elogio para quien le llevó a la gloria (aunque ya había sido campeón olímpico con la Albiceleste y conquistado cinco títulos en Bélgica): "Fui afortunado por tener a Unai Emery, pero el año que más me divertí jugando al fútbol fue el de Jorge Sampaoli. El día a día era muy divertido; no había ningún jugador que no tuviera ganas de ir a entrenarse. Desde el primer momento me hizo sentir el mejor central del mundo".
En esos cinco años como sevillista, con todo, hubo momentos difíciles, como la rotura del LCA en la 14/15, que le tuvo casi un año en el dique seco, así como dos dolencias de rodilla (seis y ocho meses, respectivamente) en la 18/19 que aceleraron su retirada de los terrenos de juego: "Me pasó en el mejor momento de mi carrera. Fue más duro de lo que esperaba, porque me operaron del cruzado y, a los cinco meses, me tuvieron que intervenir de nuevo porque la rodilla no respondía bien. Me daban por muerto, pero sabía que me iba a recuperar y trabajé como un loco para que fuera así".
