Si el Valencia CF fuera un equipo normal, Pipo Baraja haría un mes, aproximadamente, que habría sido destituido. Como en su momento hizo la UD Las Palmas, trayendo a Diego Martínez, o posteriormente han hecho clubes como el Deportivo Alavés. Y digo 'normal', que no 'serio', porque al che le presupongo esa seriedad innata con la que a priori cuenta cualquier club de Primera división en España. A veces, eso sí, cuesta creerlo.
Especialmente en Mestalla, donde las órdenes se cuecen en Singapur por un Peter Lim que vive ajeno a la realidad de la Comunidad Valenciana y que hace y deshace de oídas bajo unos criterios tardíos y muy cuestionables. Al menos para los intereses propios de la entidad che.
"¿Estás loco o que? ¿Cómo voy a abandonar? No sé si me conocéis, yo no abandono, mi obsesión es cambiar la situación. Mi obsesión es que podemos cambiarla, no va en mi voluntad ni en mi carácter aflojar", dijo tras la derrota contra el Rayo Vallecano de este pasado sábado un Pipo Baraja que no se plantea dimitir y se ha acostumbrado a tener dos discursos, el de rueda de prensa y el que muestra sobre el campo. Que el técnico valencianista haya probado ya diversas ideas de juego, arropándose más y menos en defensa, haciendo probaturas en prácticamente todas las líneas o metiendo con calzador a un denostado Rafa Mir son buena prueba de que el Pipo hace tiempo que perdió el control de la situación. Y ante ello, la solución solo puede ser una: adiós y gracias por los servicios prestados.
Los inoportunos cinco millones de euros que costaría el despido de Baraja en un Valencia que se reajusta económicamente gracias a Goldman Sachs o la nefasta gestión de un Peter Lim que demora en exceso los tiempos a la hora de tomar decisiones pueden ser algunas de los argumentos a pensar a la hora de preguntarse por qué sigue Baraja sentado en el banquillo del Valencia.
La afición ya ha hablado y ante el Rayo se escucharon los primeros 'Pipo, vete ya' de unas gradas de Mestalla que comienzan a buscar explicaciones más allá de Peter Lim. Algunos, incluso, se han pasado de la raya, teniendo que actuar la seguridad privada del club a la salida de Baraja de Mestalla.
El apoyo sin fisuras que la planta noble mostraba semanas atrás en la figura de Rubén Baraja ya no es tal y ante la presión del pueblo han optado por la callada por respuesta. Será el propio Baraja quien tenga que sacudirse las embestidas ahora en una racha ante rivales de su Liga -Rayo Vallecano, Valladolid, Espanyol y Alavés- que ha comenzado de la peor manera posible. Para el primer partido de enero, ante el Real Madrid, quizá ya sea demasiado tarde. Cueste más o menos, el Valencia CF debe decir adiós a Baraja cuanto antes.