Fernando Mateos3 min lecturaSevilla disfrutó un año más, y ya van 35, de su tradicional Carrera Nocturna del Guadalquivir, en la que más de 20.000 participantes recorrieron las calles de la capital hispalense en una jornada festiva que dejó un sinfín imágenes para el recuerdo. Sin duda, toda una tradición, como la apuesta de Coca-Cola por hacer que la sostenibilidad y el reciclaje también sean triunfadores en esta clásica prueba.
Un año más, tanto el Sevilla FC como el Real Betis no han dudado en sumarse a la iniciativa #JuntosPorElReciclaje, junto a Coca Cola, Lipasam y el Instituto Municipal de Deportes (IMD), organizador de la cita, demostrando todos ellos su compromiso con la protección y la conservación del medio ambiente.
De este modo, los más de 20.000 corredores participantes tuvieron a su disposición contenedores para depositar las botellas de bebida que utilizaron durante la prueba. Los mismos se dispusieron tanto en la zona de salida, en la Glorieta de Buenos Aires del Paseo de las Delicias, como en la meta y en el punto de avituallamiento, en la calle Muñoz León, consiguiendo, entre todos, el objetivo de hacer que la sostenibilidad sea uno de los grandes valores de la Carrera Nocturna del Guadalquivir.
La iniciativa fue un éxito total, logrando minimizar el impacto medioambiental de una prueba deportiva que hizo disfrutar de lo lindo a los miles de sevillanos y visitantes que se echaron a la calle para animar a los corredores a lo largo de un circuito urbano de 8,5 kilómetros, llegados de todas las partes del mundo.
Cabe recordar que Coca-Cola, además de fomentar esta campaña de sensibilización ambiental, no ceja en su empeño de alcanzar la neutralidad en carbono en sus actividades en el año 2040, acelerando sus planes en este sentido y trabajando para que sus latas y botellas sean cada vez más respetuosas con el medio ambiente.
Con la sostenibilidad en el centro de su modelo de negocio, el gran reto de la compañía no es otro que liderar la ruta hacia una economía circular. Así, frente al actual sistema lineal de producir, usar y tirar, Coca-Cola propone un modelo de crecimiento en el que los envases pueden convertirse en otros al finalizar su vida útil, sin que ninguno termine como residuo. O lo que es lo mismo que una botella de Coca Cola acabe transformándose en otra botella de Coca Cola.