Aún
queda la esperanza de un milagro imposible, que el Betis Baloncesto gane los dos partidos que le restan (miércoles en San Pablo ante el MoraBanc Andorra y el domingo en Málaga frente a Unicaja); y que el Zaragoza sea incapaz de imponerse a un Manresa ya descendido o a un Estudiantes que ya no se juega nada. En la cancha, por desgracia,
sólo queda esperar a la fecha y hora para certificar la defunción. Después
en los despachos, quizás,
podría sonar la flauta, pero el panorama ya no está como los últimos años.
La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha multado a la ACB porque considera desproporcionado y discriminatorio
el canon de acceso a la máxima categoría a los clubes de la LEB Oro que consiguen el ascenso por méritos deportivos. La cantidad, que se divide en la cuota de entrada y la aportación que cada club que asciende debe hacer al fondo de regulación de ascensos y descensos (además de otros pagos), ronda unos 7 millones de euros, fuera del alcance de la mayoría de los clubes que se ganan en la cancha el derecho a subir. De hecho, es tan elevada que
sólo dos equipos han podido ascender en los últimos cinco años. La ACB, de momento, ha pedido que se mantenga el canon de forma cautelar hasta que no haya una resolución definitiva, pero el sentido común apunta a un cambio en unas condiciones económicas que están convirtiendo la competición en una Liga cerrada.
Si todo falla,
30 años después de la fundación del Club Baloncesto Sevilla, que esta temporada compite como Real Betis Energía Plus, descendería de categoría tras competir
28 años de forma consecutiva al máximo nivel. El Real Betis, con su nombre, y
Haro aprovechando la situación para dar relevancia pública a su empresa, ayudaron a
salvar una situación crítica. Pero Haro no ha sabido llevar a buen puerto una apuesta que
ha acabado manchando la imagen del Betis. Muchos de los que no sentían el mismo escudo, los sevillistas,
han dejado de ir a la cancha aun siendo
auténticos aficionados al baloncesto, y el gesto que fue recibido con aplausos iniciales
puede acabar en sonora pitada.
