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La magistral actuación de un Almería campeón de invierno que invita a soñar

La magistral actuación de un Almería campeón de invierno que invita a soñar
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Una vez llegados al ecuador de la tercera temporada en la 'era Turki', toca hacer balance de la misma. Tras dos años de decepciones en la UD Almería marcados por la misma dinámica: un ilusionante mercado de fichajes estival, una más que prometedora primera vuelta del campeonato y un desolador cierre de la temporada regular, confirmándose así, ambos años, los malos presagios en los 'play-off' en los que el equipo queda eliminado a las primeras de cambio.

No obstante, esta temporada dicha ilusión ni siquiera dio la sensación de respirarse en las calles durante los meses previos al comienzo de la competición, como si hubiera sido costumbre estos dos años atrás. El límite salarial que establece La Liga marcó claramente el mercado de fichajes de los rojiblancos. La reducción de este con respecto a las campañas anteriores, obligó al conjunto andaluz a desprenderse de gran parte de los integrantes de una plantilla excesiva en cuanto a dorsales y salarios. Dichas salidas fueron suplidas con refuerzos que generaban casi más dudas que expectación a medida que se iban anunciando.

Arrancó la competición y el equipo hizo los deberes en su primera salida como visitante. Como locales la tónica era la misma que lo que iba de 2021, el Estadio de los Juegos Mediterráneos era un fortín prácticamente inexpugnable (a dia de hoy el equipo solo ha cosechado una derrota en liga en el año natural en su campo). Sin embargo, cruzar la meseta parecía que se convirtiese en toda una odisea, dos derrotas seguidas a domicilio provocaron un sentimiento de resignación que yacía latente entre los aficionados desde el mes de Agosto. Simplemente se esperaba cualquier contratiempo para hacer uso de la frase insignia por naturaleza en este deporte: "se veía venir".

Un nuevo tropiezo en el norte, esta vez contra el Eibar, uno de los principales candidatos llamado a pelear por los puestos de ascenso directo, supuso un punto de inflexión para el Almería, ya que sería la última derrota del equipo en liga hasta la fecha. Es ahora cuando toca felicitar lo que ha sido un acierto por parte de la dirección del club, aprendiendo de errores desde tiempos inmemoriales marca de la casa. Mantener a Rubi como técnico ha dado la razón a todos aquellos que apostaban por el catalán como el encargado de llevar las riendas de este proyecto. Con la friolera de siete victorias consecutivas, el de Vilassar de Mar ha superado cualquier registro de entrenadores previos de la entidad almeriense.

La idea de juego del cuadro rojiblanco podría resumirse en una palabra, versatilidad. El entrenador de la Unión Deportiva Almería analiza cada encuentro a las mil maravillas, siendo capaz de adaptar el juego del equipo a las circunstancias que exija la situación concreta. No solo eso, si no que ha conseguido incluso superar la asignatura pendiente del equipo de estos dos años atrás, dar utilidad y sentido a los cambios que se introducen en aquellos choques que no se da con la tecla correcta inicialmente. Ahora es capaz de anteponerse a situaciones de desventaja en el marcador, lo cual era impensable en temporadas anteriores para un Almería que, si no ganaba plácidamente, era incapaz de sacar adelante partidos en los que el rival se aventajaba primero en el marcador.

La solidez defensiva y la capacidad goleadora de la Unión le permiten ser claro dominador en todas las facetas del juego en prácticamente todos los encuentros, por lo que sí se echa un vistazo a los datos del equipo, no es sorpresa de lo que han sido capaces de conseguir hasta el momento: Líderes indiscutibles, mejor local, mejor visitante, máximo goleador, menos goleado, equipo con más victorias y equipo con menos derrotas.

A los indálicos parece que les sale todo de cara, muchos incluso ya se aventuran en decir que por fin este es el año del ansiado ascenso. Sin embargo, la posible convocatoria por parte de Nigeria del jugador referencia y máximo goleador del Almería, Sadiq Umar, para disputar la Copa África en enero, amenaza el paraíso en el que se encuentran inmersos los de Rubi.