El
Sevilla esperó su momento y lo aprovechó. Y eso que pintaba feo el partido ante un
Celta que avisó antes y mostró después que venía al
Pizjuán dispuesto a 'hacer un Getafe'. En cuanto olió sangre, se adelantó en el marcador, provocó la expulsión de un revolucionado
Néstor Araújo y navegó con viento a favor con inteligencia, sin ambicionar el balón más que para esconderlo y defender con él, propiciando que los diez vigueses que quedaban se desfondaran.
En el primer tiempo,
Machín se encontró la horma de su zapato, pues los tres centrales y dos carrileros que dispuso el
Celta permitió que hubiera pocos espacios, también por la presión de los vigueses, que atacaronn con pocos efectivos, pero apretaron bien arriba y forzaron el repliegue local con juego directo.
Sevilla y
Celta tocaban en zonas intrascendentes y lo intentaron, sobre todo, desde lejos. Los locales mandaban en esta fase, pero, sobre todo, moviéndola horizontalmente, sin profundidad y con imprecisiones... Salvo en la acción del 1-0, la única en que pudieron correr y pillar descolocados a los visitantes. El
'Mudo' condujo, vio el desmarque de
Ben Yedder y su pase largo lo devolvió
Navas al área para el gol de
Sarabia.
En ventaja, pronto también en efectivos, el guion se volvía perfecto para un cuadro nervionense menos incómodo con el marcador a favor, pues está claro que disfruta más al contragolpe. Con los celestes más abiertos y desesperados, la calidad de
Franco Vázquez y el despliegue con espacios de los carrileros encajonaron a los de
Antonio Mohamed, que acabarían claudicando,
VAR mediante, antes de que Boufal pusiera emoción al final.