Las musas se le aparecieron tarde al Sevilla en el Camp Nou, donde mereció marcar antes y no salir con un marcador tan abultado. Un tiro al palo de
Arana con 1-0 y dos dobles intervenciones antológicas de
Ter Stegen cuando más achuchaban los de
Machín evitaron que los nervionenses pudieran llevarse algo positivo de un choque que Messi había dejado casi visto para sentencia en el cuarto de hora que estuvo sobre el terreno de juego. El argentino lo hizo todo. Asistió marcó y se lesionó en quince minutos. La marcha del argentino dejó al
Barça en estado de shock y despertó al
Sevilla, que entró mal al choque y supo recomponerse.
Machín no modificó el plan habitual, ese que le había llevado a comandar la clasificación, mientras que
Valverde se ha decantado definitivamente por reforzar el centro del campo con
Arthur en detrimento de Dembélé, cuya posición adelantada ocupó
Coutinho. No hubo marcaje individual a
Messi y en la primera que tuvo el argentino encontró al brasileño, quien la puso en la escuadra. Dos minutos y la historia que comenzaba a repetirse, con el
Sevilla ya por detrás en el marcador.
Arana pudo reescribirla con un remate al palo, pero el guion lo siguió escribiendo
Messi con una carrera al espacio en la que burló con facilidad a
Sergi Gómez para alojar la pelota en la red con la facilidad con la que el astro argentino convierte en gesto cotidiano lo más difícil del fútbol: el gol. Una asistencia, una ocasión y un gol en doce minutos. Lo que ocurrió después heló el
Camp Nou. En un forcejeo con el
Mudo, Messi salió perjudicado, apoyó mal el codo y se marchó lesionado. Una mala noticia para el fútbol y una veta abierta para la esperanza del
Sevilla, que sin la bestia negra enfrente se lanzó a la titánica misión de sacar algo positivo de un estadio que le está vedado desde hace 16 años.
La primera consecuencia del cambio de
Messi fue que el ritmo del partido se ralentizó. El
Barcelona levantó el pie y el Sevilla lo aceptó de buen grado. Comenzó a percutir por el costado de
Navas, aunque sufrió en un par de acciones individuales de
Dembélé, sustituto de la Pulga.Llegaba el Sevilla académicamente a los alrededores del área del Barcelona, pero lo de generar ocasiones era otra cosa.
La más clara llegó con el primer tiempo metido ya en el alargue en un centro de Navas que Sarabia desvió al lateral de la red. El esfuerzo por llegar le pasó factura al
Sevilla en el repliegue.
Rakitic tuvo el tercero en un mano a mano que entregó mansamente a
Vaclik en un intento estéril de vaselina.
Tras el descanso siguió llegando con facilidad el
Sevilla, la misma con la que malgastaba sus aproximaciones, ante un
Barcelona hipotenso, lo que no evitó que un disparo de
Suárez encontrara el palo de
Vaclik. Tuvo la ocasión de meterse el
Sevilla en el partido en el 55'.
Ni Martínez Munuera ni el VAR interpretaron como penalti una clara mano de
Jordi Alba en el área culé. Tampoco
André Silva aprovechó el balón suelto y envió al limbo una ocasión diáfana. Cinco después sí remató bien de cabeza el luso, pero se encontró con una mano estratosférica de
Ter Stegen, capaz de negar también el gol a
Franco Vázquez cuando el Mudo lo tenía todo a favor. Del 2-1 se pasó al 3-0.
Luis Suárez esquivó la entrada de Carriço -Mercado había sustituido a Kjaer, lesionado- y estuvo más rápido que
Vaclik, que le derribó en su salida. El delantero charrúa convirtió la pena máxima para poner más tierra de por medio sin que
Ben Yedder pudiera recortar con un remate cruzado en el 67'. Con el centro del campo desaparecido,
Vaclik evitó el cuarto de
Suárez con una buena estirada.
El gol, tardeDespués de merecerlo durante muchos minutos, el
Sevilla se encontró con su gol cuando el partido estaba resuelto.
Sarabia probó de lejos y
Lenglet metió inoportunamente la cabeza para despistar a
Ter Stegen, que evitó el 3-2 con otra doble intervención a
Sarabia y Ben Yedder que abortó cualquier conato de rebelión sevillista. Si quedaba alguna duda,
Rakitic se encargó de hacer el 4-1 en el 89' con un derechazo inapelable. Aún quedó tiempo para que
Muriel hiciera el 4-2 con un disparo pleno de calidad que maquilló un marcador que era demasiado abultado para lo que se había visto sobre el terreno de juego.