El equipo de
Machín sigue con la preparación del decisivo partido de mañana contra el
Krasnodar en el
Ramón Sánchez-Pizjuán, en la que es la cita más importante de lo que va de campaña, ya que el
Sevilla se va a jugar seguir con vida en competiciones continentales.
La plantilla trata de mantenerse ajena a la evidente brecha abierta entre la
masa social de base y sus
máximos accionistas, evidenciada en la
Junta General de Accionistas celebrada el lunes, que tuvo como telón de fondo la posible venta de los principales paquetes de acciones a un grupo inversor estadounidense, según los accionistas minoritarios (
Accionistas Unidos y
Federación de Peñas) y constituido en Madrid, según la información de José Castro. Esta
crispación ha enrarecido el ambiente y amenaza con evitar que
Nervión esté mañana con las galas de las grandes noches.
El
presidente,
Carolina Alés y alguno de los accionistas más importantes del club están en el centro de las críticas del sevillismo, que se siente traicionado y que está moviéndose para protestar en el partido contra el conjunto ruso.
Aunque hay quien pide "salir a la calle como en 1995 para defender que el patrimonio sevillista sea para los sevillistas", se espera que la cosa no llegue tan lejos. Eso sí,
los pitos al palco de autoridades y las
protestas contra una posible venta de la entidad están garantizados, a tenor de lo que declaraban los accionistas de base tras la tensa reunión del pasado lunes. No parece, desde luego, el mejor ambiente para jugar un encuentro que podría marcar el resto del curso; pero la derrota en
Lieja que aplazaba la clasificación a tres días después de la junta aventuraba que la cosa podría estar 'calentita' en el cierre de la Fase de Grupos.