Análisis del Real Madrid-Sevilla

Machín y el miedo escénico

Machín y el miedo escénico
- Aitor Torvisco
Aitor TorviscoAitor Torvisco 2 min lectura
No hay muchos partidos malos del Sevilla este curso; pero la verdad es que fuera de casa empiezan a ser una costumbre. Ayer, con el agravante de que el señalado es inédito: Pablo Machín decepcionó por primera vez al sevillismo, ya que no acertó en su planteamiento inicial y fue incapaz de encontrar soluciones sobre la marcha.

El Sevilla dio la sensación de tener un exceso de respeto a un Real Madrid gravemente enfermo que ha tenido muchos problemas ante los equipos que van claramente a por él. No se creyó el evidente mal momento de los blancos, ni la lógica merma de su potencial que le producen sus siete bajas. La obsesión nervionense era cerrar espacios interiores. Contemplativo, esperaba atrás, empleándose con contundencia sólo cuando los locales pisaban los últimos metros. Poco intenso en el principio de las jugadas, había desorden entre líneas, actitud pasiva en los duelos individuales y muchas pérdidas en la salida ante la presión blanca.

Con este posicionamiento (muy lejos del área merengue), las opciones se reducían a centros de Jesús Navas y a contragolpes como el que desaprovechó Escudero, solo ante Courtois y con todo a su favor. Precisamente, fue esa clarísima ocasión la que metió el miedo en el cuerpo a los de Solari; pero el Sevilla no le buscó las cosquillas, el Madrid se rehizo y volvió a apretar en el inicio del segundo acto. En pleno asedio blanco, con una tromba de ocasiones sobre el área de Vaclik, con el equipo partido en dos por la falta de intensidad y con Amadou calentando una hora en la banda, Machín no veía el momento de hacer cambios y, cuando los hizo, no fue para sacar un pivote y solucionar carencias, sino sólo para relevar a André Silva y Ben Yedder por Munir y un Promes que acabó de carrilero tras suplir Bryan Gil a Escudero.
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