Quincy Promes llegó al
Sevilla el pasado verano a cambio de algo más de 20 millones de euros. El holandés, extremo explosivo y de velocidad pura, no encajaba en el sistema utilizado por Machín, sin extremos que jueguen pegados a la línea de cal. Lo empezó utilizando como delantero centro, pero sin espacios, Promes no podía sacar a relucar sus mejores virtudes. Así que el técnico soriano ha tenido que acoplarlo a su estilo de juego.
La necesidad ante las lesiones de Jesús Navas o Aleix Vidal, hizo que
Pablo Machín probara al ex del Spartak como carrilero derecho, también en el izquierdo, donde ahí sí,
Promes está explotando como un jugador desequilibrante. Con espacios para atacar, con metros para correr, el holandés es feliz, se siente cómodo y protagonista, y además el
Sevilla encuentra en él una vía de escape cuando los partidos se atascan, como pasó ayer ante el
Levante.
El atacante tulipán, que ya brilló en el partido del pasado miércoles en Copa del Rey ante el Barcelona, comenzó el partido ante el Levante como carrilero izquierdo y lo acabó como carrilero derecho tras la lesión de
Aleix Vidal. Y no notó el cambio.
Quincy Promes provocó un penalti ya con el 3-0, lo que provocó que la grada coreara su nombre para que lo tirara él. Pero la responsabilidad recayó en Sarabia.
Sin embargo, llegaría un segundo penalti, esta vez sobre Roque Mesa, y ahora sí , el 'Mudo' cogió el balón para entregárselo al holandés, otra vez ante la petición de la grada. Era su forma de redondear un gran partido. Lo tiró fuerte aunque poco ajustado,
Oier lo adivinó con una buena mano pero el balón quedó muerto en boca de gol donde apareció rápidamente
Promes para remachar a red y estrenarsí como goleador en
LaLiga.