Max Wöber fue el sábado el factor sorpresa del
Sevilla ante el Barcelona. Su inclusión como lateral en una novedosa defensa de cuatro le hizo "indetectable", tal y como señaló
Machín al término del choque. De hecho, cuando se marchó del terreno de juego
en el minuto 58, su equipo aún vencía por 2-1. Con la vuelta al sistema de tres centrales el
Barcelona incrementó su dominio y, apoyado en
Leo Messi, se llevó el choque.
Disputaba su cuarto partido con el
Sevilla y tenía una prueba de fuego ante el líder de
LaLiga y un equipo con un importante arsenal ofensivo como el
Barcelona. Y el austriaco pasó el examen con nota. Destacó en ataque y mostró mayor agresividad en defensa, una de las cosas en las que incide el cuerpo técnico para que mejore sus prestaciones. Tras poco más de un mes en el equipo de
Nervión, Wöber se siente bastante adaptado al equipo, entiende bien lo que le pide
Machín, ya sea como central en defensa de tres o como lateral, algo que no es novedoso para él, pues había jugado ahí antes en el
Ajax. De hecho, también cuajó una gran actuación en esa demarcación en el
Allianz Arena ante el
Bayern. Aquel partido de
Champions lo vio el Sevilla, como muchos otros de
Wöber en los últimos años. El seguimiento comenzó cuando aún militaba en el
Austria de Viena y las veces en las que ha sido ojeado por el conjunto de Eduardo Dato supera las 30.
En el
Sevilla vieron en él un jugador que puede alcanzar el nivel de
Marchena. De hecho, el adjunto a la dirección de fútbol del
Sevilla está encima del zaguero tutelando su evolución. También Machín y su cuerpo técnico hablan a menudo con él, algo que agradece el austriaco, que en el
Ajax echaba en falta más comunicación con sus entrenadores.
Alumno modélico, quienes le conocen destacan que es un chico aplicado que capta las cosas a la primera y que aprende rápido. Para vivir en
Sevilla, el central ha elegido una casa cerca de la ciudad deportiva en una urbanización en la que viven más jugadores. El zaguero vive solo, aunque recibe visitas con frecuencia de sus amigos más íntimos y familiares, que son uno de los pilares para el internacional austriaco.