LA CRÓNICA

Sevilla 1-1 Athletic: Nervión regala puntos a la espera de comprar gol

Sevilla 1-1 Athletic: Nervión regala puntos a la espera de comprar gol
- Aitor Torvisco
Aitor TorviscoAitor Torvisco 7 min lectura
No hay gol. Y, sin gol, se van los puntos por el sumidero. Nervión nunca los ha regalado, pero este curso ya ha dejado escapar 12 de 27 por culpa de una falta de puntería que sólo el Rey Mago Monchi puede remediar. El de la mala puntería del Sevilla es un problema estructural, que es perceptible en las duras y en las maduras. El equipo dirigido por Lopetegui defiende bien y tiene un notable manejo de la pelota, pero apenas pone de gol a unos delanteros que, para colmo, necesitan un mundo para marcar.

El problema lo redondea una cierta falta de ambición, porque este equipo se relaja demasiado cuando por fin consigue anotar y no despierta instinto asesino por mucho que huela sangre. Está bien aplacar la ansiedad y la excitación que sufría con 0-1, pero no tanto: desde subió al marcador el 1-1 hasta el pitido final no se volvió a cantar ni un ‘uy’ en un Sánchez-Pizjuán que sigue sin exhibir esa histórica condición de fortín tan útil para pelear por retos tan ambiciosos como los que se ha propuesto un equipo que, a pesar de todo esto, llega al ecuador tercero.

Fallida apuesta inicial
La única baja para el primer partido de 2020 y el último de la primera vuelta liguera era la de Reguilón, pero su sustituto no fue Escudero, sino Koundé, quien ha jugado en los cuatro puestos de la defensa. Otra sorpresa fue la de Munir como ‘9’, que es donde realmente le gusta a un Lopetegui que no termina de verle en banda donde prefiere a alguien que ayude más atrás como Lucas Ocampos, fijo en la derecha. Así, para el costado izquierdo, sin Nolito, el técnico de Asteasu se decantó por Óliver Torres para buscar control de balón y mover a la ordenada y pobladísima zaga del Athletic, que repetía la receta con la que triunfó en el Santiago Bernabéu: una defensa de cinco y dos pivotes defensivos.

Con actitud defensiva, que no encerrado; porque los vizcaínos adelantaban su zaga para jugar en muy pocos metros y presionaban arriba con mucha agresividad. El Sevilla, que sufría lo indecible para salir con el balón controlado, se veía obligado a reducir toques atrás y a intentar salir con conducciones rápidas y abriendo campo por los costados, pero sin hallar la manera de generar peligro ante el segundo equipo menos goleado de LaLiga.

Y mientras el Sevilla seguía sin encontrar el camino del gol, su rival lo hizo sin gran esfuerzo. Después de un intenso cuarto de hora, el Athletic puso el 0-1 con una falta en su propio campo. Iñigo envió un balón largo buscando a un Raúl García que se desplomaría justo antes, despistando así a Fernando y a Koundé, situación que aprovechó Capa para bajar la pelota y batir a Vaclik con la puntera.

Al margen de impotentes disparos lejanos y de las potentes pero aturulladas carreras de Ocampos, la ocasión más clara para los locales fue un intento de gol olímpico de Banega que pegó en el larguero de la portería defendida por Unai Simón. Y de esa ausencia de un plan ofensivo de garantías no se puede culpar a De Jong, ni a Munir ni mucho menos a los olvidados Chicharito y Dabbur. No es cuestión de personalizar el problema. Este equipo no sabe aprovechar su caudal para ponerse de gol. Y no parece tan complicado, pues el Athletic lo hacía con sólo tres toques en el alargue del primer acto: envío hacia el costado izquierdo, pase atrás de Yuri y remate desviado de Mikel Vesga.

Julen pulsa el botón de reset
Lopetegui movió ficha en el descanso y fue para deshacer por completo el plan con el que intentó sorprender al Athletic: Escudero entró por Carriço, con Koundé ahora junto a Diego Carlos, y el propio De Jong lo hizo por Óliver Torres, con Lucas Ocampos y Munir permutándose en los extremos.

De primeras parecía funcionar, porque en el primer balón que tocó, el holandés prolongó al espacio libre y la puso perfecta para la carrera del marroquí, cuyo remate superó a Unai Simón pero no a Yeray, que salvó el empate sobre la línea.

Además de verticalidad, también encontró más fluidez en la circulación, pues ensanchó aún más el campo adelantando a los laterales hasta convertirles casi en carrileros e incrustó a Fernando entre los centrales para defender con un mínimo de tres hombres en caso de que le pillasen en alguna contra como la que Kodro culminó con un gol anulado por fuera de juego. Así, al menos, logró que el Athletic retrase sus líneas y así Banega y Jordán tuvieron más margen para asociarse, pedirla, tocar, conducir...

Faltaba lo de siempre, el gol. Y aquí se vio el segundo rasgo de este problema estructural. Es imposible tener una más clara que la que tendría el gafado De Jong, que solo en el área chica y con la portería vacía envió al poste un inmejorable pase de la muerte de Jesús Navas. Un equipo como el Sevilla, y menos en su casa, no puede perdonar las dos que fallaron el internacional ‘oranje’ y Munir.

El empate final es sólo un mal menor, porque aún puede dar gracias. El 1-1 tuvo que llegar con un tanto en propia puerta, cuando Unai Núñez intentaba cortar un acrobático pase de un desatado Ocampos. Sólo el argentino desborda, se movió por los dos carriles, fue con todo al ataque y a defender. Tanto, que en una de sus ayudas vio una amarilla que le costará perderse la visita al Real Madrid. En el Bernabéu, Lopetegui deberá volver a reinventarse en busca de esa estrella que le guíe hasta el tan esquivo gol.
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