Debutó con el
Sevilla FC un 2 de febrero de 2011 en unas semifinales de Copa del Rey ante el Real Madrid, su último partido como blanquirrojo fue ante el Elche el
18 de mayo de 2014, sólo cuatro días después de haber levantado al cielo de Turín la tercera Europa League del club nervionense.
Ahora vuelve a casa y podría reestrenarse el próximo 23 de septiembre, ni más ni menos que en
otra final: ante el
Bayern de Múnich en la
Supercopa de Europa, título por el que no pudo luchar hace seis años al marcharse al
FC Barcelona y que disputó por primera vez, precisamente, contra su exequipo.
El representante de Ivan Rakitic, Arturo Canales, viajó ayer
a Sevilla para pulir el acuerdo final, que se cerró en las últimas horas con el anuncio oficial por parte de los clubes. El centrocampista de 32 años firmará finalmente por cuatro cursos -se habló inicialmente de un contrato de
dos temporadas y una tercera opcional- y ocupará el
primer escalón salarial que tenía Éver
Banega, cerrando así un curioso círculo que comenzó con el rosarino supliendo al croata en la 14/15 y viceversa a partir de la inminente 20/21.
El Sevilla quería obtener la carta de libertad por un jugador al que le quedaba un año de contrato y no iba a renovar. Sabía que las maltrechas arcas del Barcelona respirarían ahorrando masa salarial y así presionó a los azulgranas.
En el Camp Nou, sin embargo, querían sacar tajada. Lo ofrecieron de moneda de cambio en varias operaciones importantes y tuvo sobre su mesa grandes contratos de clubes como la Juventus o el Inter de Milán, entre otros.
Rakitic las rechazó todas y dejó claro dos cosas: una, que
sólo se iría a Sevilla y, la segunda, que o lo hacía
este verano por un precio simbólico o lo haría
en 2021 a coste cero. Durante sus seis años en Barcelona, han sido constantes sus guiños al club con el que más se ha identificado en su carrera, deportiva y personalmente. Es el
'Rubio de Pino Montano'. Su acento sevillano le delata.
Todo empezó a definirse en el largo parón liguero. Rakitic concedió varias entrevistas en las que iba tirando
piedrecitas a la ventana de Monchi, al que incluso llegó a preguntar irónicamente si había perdido su número de teléfono, dejando claro que estaba
ansioso por recibir una llamada del Ramón Sánchez-Pizjuán y que la respuesta iba a ser
un sí rotundo nada más descolgar.
Su
chapuzón en la piscina, con ropa, para celebrar la
sexta Europa League fue la pista definitiva. Mostró su
pasión blanquirroja en directo y a ojos de todo el mundo, sólo unos días después de que el Barça recibiese una de las mayores humillaciones de su historia en las semifinales de la Champions con el
2-8 ante el Bayern de Múnich -club, por cierto, con el que el croata se verá las caras dentro de dos semanas-.
El mensaje era claro para el Barcelona, pero el acuerdo, pese a la voluntad de todas las partes de realizar un esfuerzo, no se presentaba nada sencillo. Finalmente, los clubes han limado las últimas trabas y han alcanzado un
acuerdo beneficioso para las tres partes, puesto que lo establecido implica que la
cantidad que le quedaba por cobrar al mediocentro en el año que le resta de vinculación en el Barça (unos 8 millones de euros limpios)
lo repartirá en su nuevo contrato, no sin antes bajar bastante su caché. El club nervionense, además, se sale con la suya y apenas pagará 1,5 millones de euros de fijo por su traspaso.
El Barcelona, según
Sport, ha preferido ahorrarse la ficha por un jugador que no iba a contar mucho para Ronald Koeman y
percibirá un traspaso a través de variables. Si el Sevilla se clasifica a
Europa League o Champions en los próximos dos años hay cantidades estipuladas que
no superarán los 8 millones de euros de gasto para los nervionenses; mientras que
los culés valoran la operación en unos 20 millones, entre lo que se ahorran de ficha y el total de lo que podría llegar a ingresar.
Aitor Torvisco5 min lectura