No busquen más que no hay. Lo que se ve, por poco que parezca, es todo lo que este
Betis de
Víctor puede ofrecer. Muy poco. Casi nada. Demasiado hastío como para que el madrileño siga albergando opciones de seguir el año que viene y hable de futuro.
En
Vigo y
Bilbao, dos plazas complicadas, parecía que soltaba la ansiedad y, sabiéndose ya salvado, recuperaba la soltura. Mero espejismo. Ayer se marchó al descanso con una ventaja que no merecía y acabó con la cara pintada y goleado (1-4) por los suplentes de un recién ascendido. Los que nunca juegan en el
Alavés remarcaron las exasperantes debilidades defensivas y la irritante incapacidad verdiblanca para mover la ordenada zaga de cinco de los vascos. Éstos no querían el balón, los locales es que no sabían tenerlo. Eran incapaces de conservar la posesión y las pocas veces que enlazaban más de tres pases, era sin velocidad de circulación, redundando en la horizontalidad y con una insultante falta de intensidad.
Rubén Castro y Joaquín empezaron bien, pero desaparecieron cuando las cosas se pusieron feas; mientras que de
Álex Alegría es tan admirable su lucha, su amor propio y su pelea, como evidente es que no puede crear peligro por sí mismo.
No obstante, donde perdió el
Betis el partido fue atrás. No basta con defender con cinco. Ayer,
Pardo echó de menos el trabajo de
Brasanac y, para colmo, Víctor modificó lo que mejor funcionaba.
Pezzella llevaba un curso muy digno como libre y ayer el míster lo volvió loco al situarle de marcador diestro. Ahí estuvo fatal y
Mandi, horrible como 'jefe' de la zaga.
Tosca, con menos errores, cometió el más visible. Al margen de la velocidad y el peligro a balón parado de
Durmisi no hay nada. Y si, encima, la solución que aporta el banquillo es
Nahuel... Pues eso, no busquen más.
Aitor Torvisco
