Primer Down

Bienvenidos al espectáculo de la Super Bowl

Álvaro PalomoÁlvaro Palomo
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Bienvenidos al espectáculo de la Super Bowl
- Álvaro Palomo
A veces desistimos de inmediato cuando no entendemos algo que trasciende el límite de lo que conocemos o nos refugiamos en prejuicios sin ni siquiera dar la oportunidad de que nos pueda llegar a gustar. Ocurre en todos los ámbitos de la vida y también en el deporte, con tópicos que pintan una realidad caricaturizada que nos priva de la maravillosa experiencia de descubrir, como todos los que rodean al otro 'Football', al que nosotros apellidamos americano, a la NFL y a su mayúscula parafernalia.

Se le etiqueta como un deporte con fronteras establecidas, sin recorrido más allá de los Estados Unidos, que sólo ellos comprenden a partir de un concepto deportivo muy distinto al que estamos acostumbrados. Y en parte es cierto y por eso mismo merece la pena acercarse, conocerlo, porque detrás de las barreras de los clichés el 'Football' se abre en cuanto se le presta un mínimo de atención, con una combinación superlativa de espectacularidad y estrategia que pronto entierra el estereotipo de deporte únicamente de choque y brutalidad. Es una partida de ajedrez, una batalla táctica planificada y ejecutada al milímetro, en la que cada acción en juego responde a un sinfín de movimientos planificados, interiorizados y con el talento como margen para la improvisación.

Se precisa un poco de paciencia para comprender lo básico, sentarse a ver más de un partido, pero a la postre no resulta tan complicado de asimilar como parece. Esta madrugada se presenta una buena oportunidad para iniciarse. Estados Unidos se paraliza con la LIII Super Bowl. Una final erigida en todo un acontecimiento. Atlanta lleva dos semanas sumergida íntegramente en la celebración de uno de los eventos deportivos con mayor repercusión mediática del mundo.

Se resuelve una temporada corta -dura menos de medio año por su exigencia física- pero intensa, con 'play off' a un solo partido en el feudo del mejor clasificado, lo que aumenta la emoción y las alternativas de un deporte en el que los equipos protagonistas cambian año tras año -otro de sus atractivos- a excepción de una franquicia que en este siglo ha encontrado la fórmula del éxito por la convergencia de su entrenador (Bill Belichick) y el considerado por muchos como el mejor quarterback de la historia. Seguro que a la mayoría les suena el nombre de Tom Brady.

Para que nos entendamos, es el Messi de la NFL. Sus New England Patriots son la pieza fija en un mecanismo cambiante y buscan su sexta SB tras lograr las cinco anteriores desde 2002, siempre con esta dupla al frente. No les hablo como experto, en absoluto, pero sí como un aficionado desde hace unos años que ha visto como Brady ha volteado infinidad de partidos, como la propia final de Conferencia disputada hace dos semanas ante los Chiefs, en un drive (posesión) sin apenas tiempo. Con él, y sus socios actuales, como Gronkowski o Edelman, todo puede pasar aunque ya parezca resuelto, si bien enfrente tendrán en esta ocasión a Los Ángeles Rams y al líder de la NFL en 'sacks' (placajes) al QB, Aaron Donald, un defensa excepcional en un conjunto que destaca por su poderío ofensivo, siendo el segundo en anotación.

Jared Goff, número 1 del draft en 2016, los lidera pese a su juventud con la madurez que ya demostró ante los Saints en la 'semifinal', y el running back Todd Gurley, con 23 touchdowns este curso, da lustre, junto al QB, al innovador libro de jugadas de Sean McVay, el entrenador jefe de los Rams y el más joven (33 años) en disputar una Super Bowl. Experiencia contra ilusión. Oficio contra atrevimiento. Y talento en proporciones industriales para un espectáculo -con la actuación de Maroon 5 en el descanso- por el que merece la pena trasnochar.
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