De la peluquería al terreno de juego

De la peluquería al terreno de juego
Numerosos futbolistas del Real Betis han pasado por las manos de Saúl Castro. - Javi M. Zapata
Hoy en día, todo el mundo sabe que los jugadores de fútbol se han convertido en verdaderos iconos. De ellos se sigue todo, llegando a erigirse, incluso, en personalidades de la moda. Chicos jóvenes que cuidan su estilo al milímetro, pasando a ser así el ejemplo para muchos chavales que siguen sus pasos.

Detrás de esa voluntad de lucir bien peinados en cada jornada hay personas que se encargan de ello, siendo éste el caso particular de Saúl Castro, estilista de Dos Hermanas que se ha convertido en el mejor asesor de imagen para los futbolistas. “Llevo dedicado ocho años. Me he llevado seis trabajando en otra peluquería de Dos Hermanas, que es donde prácticamente lo aprendí todo. Antes trabajaba en una financiera, pero empecé haciendo tricología, que es la ciencia que estudia el cabello y los problemas capilares. Así empecé en peluquería, haciendo tratamientos capilares. Trabajaba de comercial, me formé y me gustaba el tema ese. Viendo cómo estaba el tema inmobiliario me volqué en la peluquería. Fui formándome poco a poco”, relataba a ESTADIO.

Pero como en toda carrera, los comienzos nunca son fáciles para nadie, y este caso no fue ninguna excepción: “Soy perfeccionista con mi trabajo. Competitivo, quería ser siempre el que mejor cortaba, el que más clientes cortaba y el que más productos vendía... no por el dinero, sino porque me satisfacía hacerlo. Siempre me ha gustado mucho la moda y, básicamente, esos fueron mis comienzos. He echado muchas horas. Aunque hace dos años empecé a hacerlo por mi cuenta y, por mis aspiraciones, monté mi propia peluquería”.

De esta manera, llegados a este punto, la pregunta es cómo se hicieron eco los futbolistas de su labor: “Empecé con Rubén Castro, teníamos un amigo en común y vino a cortarse el pelo a la peluquería en la que trabajaba. Casto Espinosa ya iba allí, porque vivía en Dos Hermanas. Venía de trabajar en la financiera y tenía un trato muy educado con el público. Además de delicado, como me pasaba también con los análisis capilares. Así adquirí un buen trato al público, y donde yo estaba trabajando se trabajaba muy bien la peluquería. Todo ello fue sumando, al igual que el boca a boca. Empezó a venir Rubén Castro, mediante un amigo, y sabía que allí se cortaba el pelo Casto. Vino Rubén, empecé con él, y ya empezaron a venir Amaya, Juan Carlos, Xavi Torres... empecé a cortarle el pelo a muchos jugadores”.

Y, a partir de ahí, se fue fraguando una relación que al final va más allá de la comercial: “Siempre vienen jugadores nuevos porque haces confianza con ellos, pues vienen semanalmente durante al menos un año. Yo los trato de igual a igual, porque son personas al igual que otras, como cualquier cliente. De hecho, ellos no quieren que los traten de forma especial. Siempre me he llevado bien con todo el mundo. Además, vas haciendo un vínculo que se hace fuerte. Son personas como todas. Tienen sus días buenos y sus días malos, como cualquiera”.



Con todo, convertirse en la referencia conlleva que la cartera de clientes vaya creciendo, pues los chicos del filial también acuden a su peluquería en Dos Hermanas para que les corte el pelo. Y no sólo los jugadores del filial heliopolitano: “Soy bético, pero eso, obviamente, no interfiere en mi trabajo. Aquí vienen chavales de las categorías inferiores del Sevilla. Viene Buben, por ejemplo, o Curro, del Sevilla Atlético. Estoy encantado con ellos. Al final, te alegras por sus éxitos personales, les deseo siempre lo mejor, pues no soy el peluquero del Betis, soy Saúl Castro”. Y es que al nazareno le hubiera gustado atender a “Fernando Llorente, ya que es la imagen perfecta para cuestiones de peluquería”. También estaría encantado de recibir a los puntales sevillistas: “Ahora, Vitolo, que está despuntando, o Iborra también llama mucho la atención”.

Un apoyo en la integración
Un gesto tan cotidiano como ir a la peluquería se puede convertir en un problema cuando acabas de llegar a un país y a una cultura nueva. Para Saúl Castro, este hecho resulta diferencial, ya que él mismo ve la evolución en la vida de estos futbolistas: “Los jugadores que hacen por relacionarse se nota. Por ejemplo, este año, Jonas Martin y Mandi, en un mes, hablaban ya español. De hecho, estaban aquí sentados y mientras escuchaban clases de español. Son dos tíos superdedicados profesionalmente. Se quieren integrar y los chavales se han integrado muy bien”.

Y es que, a veces, el idioma puede ser una barrera, como ha ocurrido con algunos jugadores a los que les costó triunfar. Sin embargo, parece que este curso, en el caso de estos dos francoparlantes se lo han tomado muy en serio, como ya ocurrió el verano pasado con la llegada de Petros: “Llegó, e igual. Había compañeros que no se habían ido en pretemporada, pero después se van y ya le habían dicho quién les cortaba el pelo. El trabajo hay que hacerlo bien, obviamente, porque si no, no vienen. Con Petros tengo muy buena relación, y venía día sí y día no, incluso visitaba a mi familia”.

Con todo, no sólo la ayuda de Saúl, quien le da consejos para que se hagan más rápido con la ciudad, es lo que hace que la relación se vaya fortaleciendo, sino entender la situación de jóvenes cabezas de familia: “Ahora estoy haciendo más amistad con Felipe, tiene niños y yo también tengo una hija. Hablas de eso y une”.

Y el más presumido del primer plantel es...
“Son muy presumidos. Es complicado decir uno. Francisco Varela es muy presumido... sobre todo los jóvenes. Y es que una persona que se cuida el pelo semanalmente es presumida. Sanabria, Xavi, Vargas, Petros...”, reconocía Saúl Castro, quien tiene una graciosa anécdota con el brasileño: “Le llamo  porque siempre dice que quería su tupé. Le regalé una camiseta de Elvis Presley”.