Labubu, skins y suscripciones: cómo el micro spending ha crecido al mismo ritmo que la precariedad juvenil
El 73% de la Generación Z prefieren vivir el momento que cuidar su situación financiera, gastando parte de su dinero en micropagos en videojuegos o productos virales en las redes sociales

La Generación Z abarca a un grupo de personas nacidas entre mediados de la década de los 90 y principios de la de 2010, correspondiendo a los nativo digitales. Una generación que desde muy joven vivió el boom del internet doméstico, las primeras redes sociales y experimentó los grandes cambios en la forma en la que escuchamos música, nos comunicamos o trabajamos.
La empresa estadounidense de inteligencia empresarial, Morning Consult, ha desvelado sobre los hábitos de consumo de esta generación, que las mujeres gastan más en experiencias mientras que los hombres prefieren hacerlo en productos de nueva tecnología. El estudio alerta también de los micro spending se ha acrecentado hasta un punto de normalización que es alarmante.
Cómo el micro spending ha enganchado a los jóvenes
El micro spending son aquellos gastos que se realizan en forma de compras frecuentes y a primera vista parecen insignificante, pero sin que se den cuenta se acumular dificultando la estabilidad financiera. Aquí entran, por ejemplo, suscripciones a plataforma de vídeo bajo demanda, música en streaming u otro tipo. También entran los productos virales como los Labubu o Sonny Angel e incluso, las transacciones en videojuego por objetos y skins.

La mentalidad de los jóvenes es bastante diferente a la de sus padres a su edad, con una realidad social radicalmente distinta. Un mercado laboral inestable, dificultad para el acceso a una vivienda y el aumento del coste de vida sin que los sueldos suban, han sido factores que han propiciado fenómenos como el de las tarjetas revolving o el del micro spending. Unas preocupaciones que, según un estudio de la empresa de software financiero Intuit, el 73% de la Generación Z llevan ese lema por bandera que insta a vivir el momento y no pensar en el futuro, en el que parece imposible ahorrar.
La satisfacción instantánea, la clave
Si algo ha propiciado la era digital es la inmediatez, que sumado al bombardeo de productos que vemos a diario, se convierte en un auténtico cóctel molotov para nuestro cerebro que se ha acostumbrado a desear algo y a tenerlo al instante. Una generación que valora el 'aquí y ahora', afectada por la hiperconectividad y el constante acceso a la información fragmentada, llevándoles a un tiempo de atención plena de unos 8 segundos.
Estos micropagos, que en un primer momento parecen inofensivos, comparte mecanismos psicológicos con productos como los rasca y las tragaperras: pequeñas dosis de emoción y recompensa inmediata. La diferencia es que mientras los juegos de azar están regulados y suponen apuestas claras, el micro spending se cuela en día a día sin ruido, disfrazado de compra digital y normalizado hasta el punto que algunos jóvenes no lo identifican como gasto real. Y precisamente ahí está el riesgo. No hace falta bajar al bar a jugarse unos euros cuando el mismo impulso puede activarse desde el móvil con, por ejemplo, la compra de una figura sorpresa o una skin de Fortnite.