El porqué de los pitos a Gavi de la afición del Betis, club donde se formó

Abucheado por un sector de la grada del Benito Villamarín cuando salió del campo el miércoles en el minuto 84, sorprende que nunca haya tenido gestos cariñosos a la hora de recordar su pasado como heliopolitano

El porqué de los pitos a Gavi de la afición del Betis, club donde se formó
El palaciego defiende el balón ante Aitor Ruibal el pasado miércoles, cuando, junto a Balde, volvieron loco al improvisado lateral derecho bético. - Lince
Óscar MurilloÓscar Murillo 4 min lectura

Era la cuarta vez que se enfrentaba al Real Betis, tercera a domicilio. Perdió en su debut contra los verdiblancos en el Camp Nou (0-1), para sumar luego sendas victorias en el Benito Villamarín (por 1-2) y una clasificación para la final de la Supercopa de España en Arabia Saudí (2-2 y 2-4 en los penaltis). Por tanto, ya había jugado en La Palmera, donde pasó desapercibido en cuanto a respuesta del público, que abroncó mayoritariamente a Gavi el pasado miércoles cuando se retiró en el minuto 84 para dejar su sitio a Ferrán Torres. ¿La razón? Es difícil de saber con exactitud, pero está claro que la norma en el trato a los canteranos que regresan o a los ex jugadores heliopolitanos que no se criaron en Los Bermejales que rinden visita al feudo bético suele ser, precisamente, la contraria. El último, un Darko Brasanac que recibió el cariño de antiguos compañeros e hinchas cuando vino con Osasuna en los octavos de la Copa del Rey. Y así, la mayoría.

Dani Ceballos es una excepción. Y no porque no se haya hartado de lanzar guiños al que considera equipo de sus amores, pero la forma en que se marchó, mal aconsejado seguramente por Bahía Internacional (que repitió la jugada en el eterno rival con Vitolo), pesa todavía en una afición que tampoco le perdona que, a la hora de la verdad, después de tender todos los puentes habidos y por haber, prime ganar más en otro sitio (Arsenal) o quedarse en el Real Madrid, aunque lo cierto es que aquí nunca hubo margen salarial suficiente para hacerle hueco en la plantilla. Entonces, ¿por qué con Gavi esa inquina? No la tuvieron con otros azulgranas como Junior Firpo. Tampoco se fue como su paisano Fabián, asegurándose de dejar todo lo posible en las arcas de La Palmera, pero a edades tempranas es bastante habitual que, cuando te llaman el Madrid o el Barça, no veas otra cosa. El fondo puede con las formas.

Gavi empezó a jugar en La Liara, un equipo de su pueblo, Los Palacios, que viste curiosamente los mismos colores que el Real Betis. De los ocho a los diez años, formó parte de los escalafones inferiores heliopolitanos, en benjamines y alevines. Como con la madre de Fabián (que estuvo muchos años como empleada de la limpieza en la Ciudad Deportiva Luis del Sol), la entidad heliopolitana tuvo el gesto de contratar a su padre para que los desplazamientos no fueran tan onerosos. Sin embargo, prácticamente nunca se ha referido el jovencísimo internacional español a sus orígenes o dedicado algún comentario público de cariño hacia donde se formó. Su familia no es, según sus convecinos, de marcado carácter futbolero, pero, por si existía esa duda, no hay en ella una mayoría sevillista. Y eso que varios técnicos que tuvieron a Pablo comentan que se extramotivaba en los derbis, aunque parece que todo aquello no ha dejado una semilla.

Ese desarraigo, unido a varias entradas fuertes y alguna marrullería, especialmente cuando se agarró de la espalda de Fekir y trató de provocar una de sus clásicas reacciones que le cuestan la expulsión en la semifinal de la Supercopa calaron en un cierto sector de la hinchada del Villamarín, que no dudó en despedirle con la misma frialdad y falta de apego que ha demostrado hasta la fecha el emergente centrocampista culé, que pasó por el Betis hace no tanto.

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