El Celta a 'cerrar' Balaídos

El feudo celeste, convertido en uno de los campos más incómodos de LaLiga con Giráldez, ha perdido ese efecto fortín

El Celta a 'cerrar' Balaídos
El Celta a 'cerrar' Balaídos. - Cordon Press

Durante meses, Balaídos fue un estadio temido. Desde la llegada de Claudio Giráldez al banquillo, al cierre del curso 2023-24, el Celta convirtió su casa en un muro casi infranqueable: 24 partidos, 14 victorias, 5 empates y solo 5 derrotas. Una racha que dibujaba al técnico como el arquitecto de un fortín.

Sin embargo, esa dinámica se ha resquebrajado. En el arranque de la presente temporada, los celestes no han logrado una sola victoria en su estadio. Tres partidos y balance negativo: empates ante Betis y Villarreal, y derrota frente al Getafe. Siete de los nueve puntos en juego se han escapado en un Balaídos que ya no impone el mismo respeto.

El espejo del curso pasado

La comparación con la pasada campaña es inevitable. Entonces, el Celta arrancó en casa con tres victorias seguidas, ante Alavés, Valencia y Valladolid y no cedió sus primeros puntos como local hasta el 19 de octubre, después de recibir a Atlético y Real Madrid. La diferencia es evidente: este año ha necesitado apenas tres jornadas para dejar escapar lo que antes tardó meses en perder.

El dato se agrava si se echa la vista atrás. El conjunto vigués no gana en Balaídos desde el 10 de mayo, cuando derrotó al Sevilla. Después, cerró la temporada con derrota ante el Rayo Vallecano. En otras palabras: han pasado ya cuatro meses desde la última celebración local en Vigo.

Una afición de diez, un equipo en deuda

El ambiente, en cambio, sigue totalmente intacto. Ni las obras ni los resultados han restado apoyo. Balaídos promedia 20.335 espectadores por partido, prácticamente lleno cada jornada. La grada responde con fidelidad, y esa entrega magnifica la frustración: el aliento no falta, pero la victoria se resiste.

El calendario aprieta y no da tiempo para lamentos. Tras el parón de selecciones, el Celta recibirá este domingo 14 de septiembre al Girona, colista de la tabla. Será la ocasión perfecta para romper la sequía, reconciliarse con su gente y volver a blindar Balaídos.

Un triunfo devolvería la confianza y reforzaría la firme idea de que el estadio puede volver a ser un lugar incómodo para cualquiera. Una nueva decepción, en cambio, prolongaría todavía más la sensación de que el fortín se ha agrietado. Giráldez y los suyos están ante un reto que va mucho más allá de tres puntos: recuperar la esencia de un estadio que siempre fue sinónimo de resistencia indomable.