El Getafe se queda sin gol
La derrota ante el Espanyol vuelve a dejar al descubierto la falta de pegada de un equipo que necesita soluciones inmediatas en ataque

La derrota del Getafe ayer frente al Espanyol en el Coliseum no solo duele por el resultado, sino por lo que confirma: el conjunto azulón tiene un serio problema con el gol. Uno que ya no se puede esconder bajo el esfuerzo, la intensidad o la competitividad.
Un ataque sin colmillo y una estadística demoledora
El partido dejó una imagen tan simbólica como preocupante. El primer remate del Getafe entre los tres palos llegó en el minuto 93, y lo hizo de manera accidental, tras un rebote sin elaboración ni intención clara. Noventa minutos de impotencia resumidos en una jugada que retrata a un equipo sin argumentos ofensivos. El Coliseum, paciente durante casi todo el encuentro, terminó asumiendo una realidad que duele: el Getafe compite, pero no amenaza.
El equipo quiso, lo intentó y peleó cada balón, pero careció de lo esencial. Sin presencia en el área, sin movimientos que rompan líneas y sin remate, cualquier plan se queda a medias. El dominio territorial fue estéril y la sensación de peligro inexistente. Cuando el gol no aparece ni siquiera por acumulación, el problema deja de ser puntual y pasa a ser estructural.

Una delantera sin respuestas claras
La planificación ofensiva empieza a quedar en entredicho. Borja Mayoral sigue siendo la referencia, pero su rendimiento no termina de estabilizarse. La entrega está ahí, pero el impacto no es constante, y el equipo lo nota. Juanmi, llamado a aportar experiencia y oficio, vive demasiado lejos del área y su participación en el juego resulta escasa. Apenas finaliza y su presencia pasa desapercibida en demasiadas fases del partido.
La juventud aporta energía, pero no soluciones inmediatas. Liso suma desborde y velocidad, aunque cargar sobre él el peso del gol es una apuesta peligrosa cuando la clasificación aprieta. El Getafe necesita algo más que buenas intenciones: necesita eficacia.
Enero como última frontera
El mercado de invierno ya no es una oportunidad, sino una obligación. El Getafe no puede permitirse un error más en la planificación. No se trata de reforzar la plantilla, sino de corregir un déficit evidente con un delantero capaz de marcar diferencias desde el primer día. Un ‘9’ que convierta en gol los pocos balones que llegan al área y cambie la dinámica emocional del equipo.
La derrota ante el Espanyol debe marcar un antes y un después. Si el primer disparo a puerta llega en el descuento y de rebote, el diagnóstico es claro. El margen se ha reducido al mínimo. El Getafe sigue siendo reconocible en su esfuerzo y competitividad, pero sin gol no hay tranquilidad ni resultados.