Sevilla FC / Área Chica

Matías Almeyda, forzado a renacer en el 'área chica' del Sevilla

El técnico está obligado a acertar en sus decisiones contra Osasuna para solucionar un carrusel de fallos que, por continuados, señalan a la estructura y a que la esencia del argentino está en peligro

Álvaro Palomo
Álvaro Palomo
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Hace muchos años, en la edición impresa de ESTADIO Deportivo, el 'Área Chica' se convirtió en un espacio de opinión semanal, inspirado por el frenesí y la trascendencia de cada acción que se produce en los escasos metros de esta zona tan determinante de un campo de fútbol. Un rincón donde cada error se paga a un alto precio y las decisiones deben de tomarse a velocidad de vértigo.

Hoy, en una etapa diferente del periodismo, reestrenamos desde la nostalgia y adaptada a los nuevos tiempos esta columna convertida ahora en un espacio también audiovisual, pero con la misma esencia de antaño y el convencimiento de que no existe mejor protagonista para arrancar que un Matías Almeyda que ahora mismo vive instalado en su particular área chica, obligado a resolver una situación cada vez más delicada en el tiempo que se lo permite en un espacio tan reducido y exigente.

El problema del Sevilla va más allá de los errores individuales

Porque el margen de error para el argentino se reduce a medida que se agota el razonamiento de un proyecto en construcción tanto en cuanto la esencia se ha perdido en algún momento del camino y la base de las sensaciones de que existe una idea sólida se derrumba bajo un argumento que empieza a no sostenerse.

Sí, es cierto, que errores individuales contra el Mallorca frenaron al Sevilla cuando levantaba el vuelo tras el triunfo contra el Barça, con la filosofía del técnico muy visible, pero también que los hubo igualmente contra la Real Sociedad y contra el Atlético, y cuando este tipo de fallos cuestan derrotas de forma continuada es necesario apuntar a la estructura, a que no se toman las soluciones adecuadas para solucionarlo o que no se eligen bien los mimbres.

Almeyda no es el único responsable, pero sí el que tiene la obligación de enderezar el rumbo

Sería injusto culpar únicamente al Almeyda de que el Sevilla afronta una especie de final contra Osasuna antes del parón, porque, obviamente, resulta evidente que la plantilla cuenta con carencias enormes, responsabilidad de las altas esferas y de una gestión que limita considerablemente los movimientos nervionenses en el mercado. No obstante. Almeyda aceptó el reto con estos condicionantes y, por ejemplo, aunque él no mandara a Nianzou a cometer un penalti infantil en el Metropolitano, el argentino ha apostado reiteradamente por el francés cuando todavía apenas si ha exhibido fiabilidad.

La realidad es que Almeyda debe defender su posición y la del Sevilla en un área chica plena de actividad con los recursos de los que dispone -encima se agolpan las lesiones-, desenterrando la idea inicial, la de un bloque comprometido con las fisuras propias del que se construye con 250.000 euros, pero con un alma guerrera y completamente conocedor de sus limitaciones para convertirlas en virtudes.