A pesar de Julen

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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A pesar de Julen
- Joaquín Adorna (@JoaquínAdornaED)
Ha encontrado el Sevilla FC la senda. Está en el camino de sus objetivos. En zona Champions, en los cuartos de final de la Copa ante el Almería y esperando unos octavos en Champions ante el Dortmund de Halland. En su última cita ganó al Eibar haciendo lo justo, lo justito. Llegó lo necesario para provocar un penalti y para que Jordán sentenciara a un equipo que sólo ha ganado un partido en su estadio. Y todo ello, a pesar de Julen Lopetegui.

No hay grada por culpa de la pandemia del coronavirus para medir el termómetro del sentimiento de una afición, pero el sevillista proyecta en Julen esa misma mirada juzgadora con la que 'mataba' a Emery, con quien el Sevilla se convirtió en el único equipo capaz de levantar de forma consecutiva tres Europa League... a pesar de Unai.

A Lopetegui se le discute casi todo lo que hace. Lo que dice no, porque salvo su "no es lo mismo un guardameta a que te la meta un guarda", pocas veces saca los pies del tiesto escudado cómodamente en su catálogo de tópicos. ¿Es el espíritu inconformista y exigente del sevillista? ¿Sigue escondido en el recuerdo el poso de su pasado madridista y su turbulenta salida de la selección?

Julen va entrando por el ojo amigo a fuego lento. Suena rara la frase cuando ya ha ganado una Europa League y tiene al Sevilla compitiendo con los poderosos, pero es lo que se percibe con la dificultad de no presenciar un plebiscito público en los partidos del Sánchez-Pizjuán.

Transmite desconfianza la cara desencajada que muestran las cámaras de televisión cuando hay decisiones arbitrales incomprensibles o cuando sus futbolistas toman decisiones alejadas a lo que él tiene en mente. No gusta la insistencia en contar con Jesús Navas como titular sin dosificar a un capitán que ha dado muchas veces muestras de agotamiento. Tampoco que salga Idrissi cedido habiéndole visto dos ratitos, o que eche al Sevilla atrás a defender para conservar algunas ventajas en el marcador que ha acabado perdiendo. Hasta se prejuzga preventivamente la gestión que va a hacer de la incorporación a la dinámica del equipo del Papu Gómez, un crack al que pone el listón alto antes de empezar a jugar.

Julen manda, está claro. Y en sus decisiones hasta la fecha hay muchos más aciertos que errores. Y hay Julen para rato. Monchi ha depositado en él toda su confianza, le ha renovado hasta el 2024 para contar con el técnico vasco un lustro, y los números son su mejor aval, además del firme respaldo del club y del genial director deportivo. Gana muchísimo más que pierde, una barbaridad. 51 victorias en 85 partidos. Y en casi la mitad de esos compromisos, 40, ha dejado la portería a cero.

Los equipos que aspiran a grandes logros encajan pocos goles, y tras el visual traje de equipo ofensivo (capaz de dar 37 toques antes de hacer un gol, como el que le hizo al Valencia en Copa), se esconde un rocoso Sevilla que es con 16 tantos encajados el segundo equipo menos goleado de LaLiga (tras el Atlético de Madrid, con sólo 10 goles en contra). Gana como el que más, compite siempre y todo apunta a que el Sevilla está en una línea ascendente que puede dar muchas alegrías. Y todo ello, a pesar de Julen.
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