FÚTBOL INCLUSIÓN SOCIAL

Street Soccer Barcelona, con el fútbol como herramienta de inclusión

Street Soccer Barcelona, con el fútbol como herramienta de inclusión
Street Soccer Barcelona, con el fútbol como herramienta de inclusión
Estadio DeportivoEstadio Deportivo 5 min lectura

Girona, 15 sep (EFE).- "El fútbol tiene un potencial social enorme e incalculable. Es muchísimo más que un deporte. Es muchísimo más que un juego", empieza argumentando Fredi Vidal (Barcelona, 1971).

Él es el impulsor del proyecto sociodeportivo de Street Soccer Barcelona, una asociación sin ánimo de lucro que nació hace un par de años en la Ciudad Condal con la ilusión de mejorar la calidad de vida de las personas sin hogar y en otras situaciones de riesgo de exclusión, utilizando el fútbol como herramienta de inclusión.

"Un día estaba entrenando a un equipo y vino un educador que se pensó que yo era una persona sin hogar. Ese día me convencí del potencial del fútbol. Porque, cuando nos ponemos los pantalones, la camiseta y las botas, todos somos iguales, y todos vemos la pelota igual, y no importa ni la situación social, ni el color, ni la religión, ni de dónde venimos ni hacia donde vamos", prosigue Vidal.

Partiendo de esta premisa; la segunda gran razón de ser de Street Soccer Barcelona es "visualizar, poner el foco y sensibilizar a la sociedad sobre la realidad del sinhogarismo", apunta.

Y es que, según un informe de la Xarxa d'Atenció a Persones Sense Llar (XAPSLL) de 2019, en la capital catalana hay más de 3.800 personas sin techo.

La cifra ha crecido un 83% en once años, y la franja de edad que aumenta en mayor proporción es la de los jóvenes de entre 18 y 30 años, que ya casi representan un 18% de este colectivo.

En este sentido, a lo largo de todo el año pasado, Street Soccer Barcelona, que contó con una treintena de voluntarios, ofreció más de 2.000 almuerzos y duchas y gracias al fútbol ayudó a 171 hombres y mujeres de entre 18 y 55 años, con una media de 25 años, y de hasta 39 nacionalidades distintas, con Marruecos (26,5%), Guinea (23,2%) y España (6,6%) en primer lugar.

La mayoría de ellos son personas sin hogar que residen en equipamientos municipales, en centros o en residencias o en pisos de ONG's, pero Street Soccer Barcelona también dirige sus esfuerzos a ayudar a personas refugiadas, a solicitantes de asilo, a jóvenes migrantes solos y, básicamente, a personas en situaciones vulnerables y de riesgo de exclusión social aguda en general.

"De hecho, a menudo son problemas que se solapan y que se agudizan los unos a los otros, y llueve sobre mojado. Tenemos que decirle que no a mucha gente. Porque, por ahora, no tenemos capacidad de asumir a todas las personas que querríamos y que se nos acercan pidiéndonos ayuda, y esto ratifica hasta qué punto son necesarias estas iniciativas", asegura Vidal.

Él es el corazón, junto a la argentina Michi Borgstrom, de un proyecto que pretende, según subraya, "romper prejuicios sociales, estereotipos, estigmas y barreras, promover la cohesión social, la tolerancia, el compañerismo y la solidaridad y empoderar a los participantes y acentuar su sentido de pertenencia a un colectivo y a la ciudad".

"Vienes aquí, sonríes, te diviertes y haces un poco de deporte, que une muchísimo", reconoce, en un perfecto castellano, y con una sonrisa de oreja a oreja, Rida Elkhal (Casablanca, Marruecos, 1995), uno de los cuarenta jóvenes que este mes de setiembre, repartidos en grupos de diez, entrenan cada martes y cada jueves en un campo municipal de fútbol del barrio barcelonés del Poble Sec.

Ni las mascarillas pueden esconder las sonrisas que iluminan sus rostros al llegar, mientras se ejercitan y el balón rueda sobre el parqué y, al irse, una vez terminado el entreno.

"Aquí estamos bien. Felices. Juntos. Unidos. Nos sentimos como hermanos. Todos ellos son mis hermanos. El fútbol es un lenguaje universal", recalca Elkhal, después de admitir que espera que su situación (llegó a Barcelona el 3 de junio de 2017) se regularice pronto.

Lo recuerda como si fuera su cumpleaños, y es que, aunque a nuestros ojos parezca extraño, quizás lo es. "Quería venir aquí, y al final conseguí venir a mi manera", concluye como justificándose. Como si tuviera que pedir perdón por intentar sobrevivir.

Arnau Segura.

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