LA OPINIÓN

El Betis no fichará en enero... Y menos mal

Óscar MurilloÓscar Murillo
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El Betis no fichará en enero... Y menos mal
- Óscar Murillo


Una ventana de transferencias en el mundo del fútbol es un pozo sin fondo de intereses contrapuestos, de mentiras más o menos piadosas o, en el mejor de los casos, de medias verdades. Ni siquiera los efectos de la pandemia han minimizado la pléyade de rumores que entrenadores, directores deportivos y dirigentes capean como pueden o como deben. Jugadores, pero, sobre todo, agentes e intermediarios son los reyes de estos periodos, que alcanzan su sublimación en el mes de enero por aquello de compactar todos los movimientos y por el hecho de que ya se haya jugado media temporada (con sus conclusiones). Es la última oportunidad para muchos de decir algo en el curso, de no ser simples comparsas o de no seguir esperando al tren que no pasa nunca.

Otro tópico de estas fechas es el supuesto guiño de los técnicos que no han contado con fulanito por lo que sea, pero que no quieren quedarse sin él por si acaso, así que aparecen, como por arte de magia, minutos ilusionantes que, a partir del 1 de febrero, se esfuman de nuevo. En el futbolista está tragarse o no el señuelo, que, por otra parte, hay ocasiones en que se vuelve una realidad cuando los afectados aprovechan la oportunidad para callar bocas y dejar por embusteros a quienes les veían desconectados, fuera de forma o desganados. Son las menos de las veces, todo sea dicho. Pero también pasa. Y puede que no siempre por el ladrido del can del hortelano, sino por necesidad. Le ha ocurrido a Diego Lainez, que se ha salido con la suya cuando Pellegrini no tuvo más remedio que acudir a él en el derbi por las bajas. Desde entonces, el mexicano mantiene su aporreo en la mesa del entrenador, perro viejo y listo, que lo está premiando. Y de una cesión al Cádiz o al Eibar nadie más volverá a hablar.

Este giro en los acontecimientos refrenda la decisión de que no venga nadie al Betis en el mercado invernal. Si acaso, saldrá alguno, porque el órdago que se comieron en La Palmera, como otros clubes (contabilizando el esperado pero aplazado regreso a los estadios del público), así lo exige. A ver si entre todos se plantan para que LaLiga tenga la deferencia de ampliar el plazo de regularización, porque Tebas permitió ese endeudamiento preventivo y no debería ahora pedir cuentas. Por si acaso, Haro y Catalán han consultado a sus 'ingenieros' (a los otros, no al chileno) para ver qué artificios financieros equilibrarían tan enorme desfase (se habla de no menos de 15 millones de euros) sin tener que vender a diestro y siniestro, pero les aconsejan no meterse en esos berenjenales. La FIFA, que hizo la vista gorda tantos años con los Deportivos Maldonados y los Doyen, está ahora al quite para evitar, en teoría, injusticias y, en realidad, que el pastel se lo coman otros. Los de los fondos de inversión.

Toca vender, aunque, de momento, en la planta noble del Villamarín no están dispuestos a que sea a cualquier precio. Se busca la mayor plusvalía sin hacer demasiada mella en el equipo, pero ni Benfica ni West Brom dan lo que hace falta para que William Carvalho genere un ahorro de verdad, ni los postores que tenía Loren antes de la crisis sanitaria han vuelto a la carga, ni en la Serie A se lían la manta en la cabeza por Sanabria. Siendo justos, harían menos daño salidas como las de Sidnei, Juanmi o Borja Iglesias, si bien nadie en su sano juicio permitiría al Betis recuperar lo pagado por los dos últimos y por el luso-angoleño. Y, como sólo se podría reinvertir el 25% de las fichas 'desgravadas' en otros jugadores, tampoco merece demasiado la pena.

Menos mal, por tanto, que no vendrán fichajes en enero a Heliópolis, porque lo que estaba sonando daba miedo. Sokratis, más de vuelta que la Pantoja, no mejora a Bartra, Mandi, Sidnei y Víctor Ruiz, en mi humilde opinión. Hace un mes habría apostado lo contrario con alguno, pero el paso al frente que ha dado el colectivo, situándose más cerca de su nivel real, refuerza la postura de Cordón y compañía de apostar por que esta plantilla puede dar mucho más por sí sola y que, en circunstancias normales (y por normal debe considerarse una media de sus actuaciones en los años anteriores), ha de bastar para pelear por Europa. De Bravo sólo preocupa su fragilidad, porque, cuando está, responde. Además, ha activado a Joel, que se puso las pilas paradójicamente al quedarse solo. Montoya no ha tenido suerte con la Covid ni continuidad, pero también ha despertado al Emerson más defensivo y, por tanto, más completo. Miranda ha adelantado por la derecha a Álex Moreno, mientras que Víctor Ruiz es hoy día indispensable. En verano se fichó lo que se pudo, pero se fichó bastante bien dados los condicionantes.

Con Canales felizmente de vuelta antes de tiempo, no hace falta Riqui Puig. Prefiero la pujanza de Lainez y Aitor Ruibal, que han disparado las posibilidades del equipo en 2021, que criar los pollitos al Barcelona. Porque de opciones de compra, nanai. ¿Y Miranda?, me preguntarán. De momento, Miranda es un pollito 'robado' que ha vuelto a casa. Y dicen las buenas lenguas que, de una manera u otra, su futuro pinta verdiblanco, por lo que algo (opción preferencial para otra cesión, traspaso a bajo coste compartiendo plusvalías futuras o lo que sea) rascaron en octubre Martínez Feria y Catalán, los que cerraron aquella negociación.

Si me dices que salen Sidnei, William Carvalho, Juanmi y uno de los delanteros (lo siento, pero mi fe en el 'Panda', al que le he visto ser un cañón hace nada, no se ha agotado), pero viene un central de cierto nivel que no tenga minutos en un grande y un Mariano de la vida con ganas de comerse el mundo y dar una bofetada sin mano a Zidane, me callo. Pero, para traer medianías, mejor no. Bienvenida sea este sequía invernal si la segunda unidad mantiene el golpe de Estado que ha dado y los pesos pesados (Joaquín, Guardado, Tello) 'se pican' para recuperar su sitio.
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