“El Real Madrid se ha metido tanto en el papel de víctima que se lo ha creído”

Si alguien necesitaba un ejemplo perfecto de victimismo futbolístico moderno, lo acaba de protagonizar el Real Madrid en Anoeta. La expulsión de Dean Huijsen frente a la Real Sociedad ha desatado la indignación blanca y, como era de esperar, el club ha decidido elevar su queja… ni más ni menos que ante la FIFA.

Juanmi Cueto
Juanmi Cueto
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El Real Madrid ha convertido la queja constante en una especie de estrategia de identidad. La última muestra, la polémica expulsión de Dean Huijsen frente a la Real Sociedad en Anoeta, ha derivado en un anuncio oficial del club: presentarán un dossier ante la FIFA para denunciar errores arbitrales. Sí, ante la FIFA. Porque según el Madrid, cualquier decisión controvertida de LaLiga merece intervención internacional. Lo curioso es que esta obsesión por el "agravio comparativo" olvida un detalle esencial: los errores arbitrales afectan a todos los equipos, y, por supuesto, el Real Madrid también ha sido beneficiado en más de una ocasión.

La acción en cuestión fue discutible: Huijsen derribó a Oyarzabal y el árbitro Gil Manzano decidió que era el último defensor y le mostró la roja directa. Que Militao estaba cerca y podía intervenir no convierte automáticamente la decisión en un complot arbitral contra los blancos. Simplemente es fútbol: imperfecto, humano y, por definición, sujeto a errores. Sin embargo, Real Madrid TV convirtió la jugada en un drama nacional, calificándola de “bochorno” y denunciando “manipulación” de la competición. Todo indica que el club no solo se queja, sino que se ha convencido de que es víctima permanente de un sistema que, en realidad, es imparcial.

Este victimismo selectivo se ha repetido en toda la temporada: goles anulados a Mbappé y Arda Güler, supuestos privilegios arbitrales del Barcelona, referencias constantes al caso Negreira… Cada error es magnificado y cada acierto o beneficio pasado es olvidado. La Liga es imperfecta, el VAR no es infalible y los árbitros también cometen errores, afectando a todos por igual. Otros equipos han sufrido decisiones polémicas, otros se han visto beneficiados, y sí, el Real Madrid ha tenido su parte de suerte arbitral en más de una ocasión. Ignorar esa realidad y convertir cada fallo en un escándalo internacional es más un acto de teatro que de análisis deportivo.

Del victimismo al relato permanente

El dossier a la FIFA, las retransmisiones indignadas y la narrativa de persecución constante muestran algo evidente: el Real Madrid se ha metido tanto en el papel de víctima que se lo ha creído. La exageración de cada error convierte al club en protagonista de un relato en el que siempre pierde, siempre sufre y siempre es injustamente tratado, mientras la realidad es mucho más simple y equilibrada. Tal vez sea hora de recordar que el fútbol es imperfecto, que los árbitros también lo son y que el Real Madrid, al igual que todos los equipos de LaLiga, gana y pierde, se beneficia y se perjudica, y que no todo error requiere una queja internacional.

En definitiva, lo que empieza como una legítima protesta ante una expulsión dudosa termina como una representación constante de victimismo, donde el Madrid no busca justicia deportiva, sino protagonismo mediático. Y ahí es donde queda claro que la frase lo dice todo: "el Real Madrid se ha metido tanto en el papel de víctima que se lo ha creído".