En
Argentina, el fútbol se vive con una pasión especial. Trasciende lo humano y casi alcanza lo divino. Y es por ello que en la
Catedral de Buenos Aires se venera al llamado
Cristo de los futbolistas, al que hasta el
Papa Francisco, amante declarado de este deporte, ha rezado en multitud de ocasiones.
Una popular imagen, venerada cada
Viernes Santo por los miles de fieles que le acompañan en su habitual
Vía Crucis, que vio la luz, curiosamente, en
Sevilla. Concretamente, en el taller de la calle Aguiar de Luis Álvarez Duarte. Allí se presentaron un buen día, hace más de treinta años, dos argentinos que hacían por entonces las delicias del Pizjuán, Héctor Horacio
Scotta y Daniel
Bertoni, para cumplir los deseos de Monseñor
Keegan, que impresionado por la talla del Señor de la Sentencia en una visita a Sevilla quiso para su país a un
Señor Cautivo. Dicho y hecho.
Pedro Marco y
Pablo Blanco hicieron de mediadores, tal y como recuerda en su charla con este diario el ex capitán nervionense. “Yo se los presenté porque Luis es muy amigo mío y me llevaba las horas en su taller. Cuando me contaron lo que tenían pensado, les dije que él era el más indicado. Para nada me podía imaginar todo lo que ha venido después. Desde el momento en que se lo llevaron a su país fue muy visitado y los argentinos lo hicieron muy suyo. ¡
Hasta el Papa es devoto!”, destaca Pablo Blanco.
Fue en 1981. Trasladado por un avión de las
Fuerzas Armadas argentinas, tras contribuir a costearlo otros campeones del
Mundial del 78, como
Kempes o
Fillol,
Monseñor Keegan bendijo en una multitudinaria ceremonia al Cristo del Gran Amor, que así se llama realmente esta imponente talla con el sello inconfundible de su autor, que aún recuerda emocionado aquel día. “Estuve presente en su bendición, allí en Buenos Aires, y viví momentos inolvidables. Es mucho lo que significa para mí, es una imagen especial. Cuando vi al
Papa delante de mi Cristo me llenó de orgullo”, confiesa a ED
Álvarez Duarte, que por su trabajo en estos días previos a la Semana Santa no podrá estar junto a la representación del Sevilla que, aprovechando su presencia en la capital bonaerense, tiene previsto realizar hoy una
ofrenda floral ante la talla que nació de sus manos: “Mi alma estará allí con el Sevilla. Estoy emocionado sólo de pensar que van a estar allí con mi Cristo, que le van a llevar flores, con
Bertoni y
Scotta, a los que quiero muchísimo”. Y es que, como asegura de forma distendida Pablo Blanco, “el ‘Gringo’ (Scotta) es poco menos que el Hermano Mayor allí”.
“Él le pone las
velas y es quien se encarga de
cuidarlo. La última vez que vino me contó que uno de sus pies está muy gastado de pedirle tantos
devotos, porque hasta los niños que quieren ser futbolistas van a pedirle, y quiere que lo restaure. Yo encantado, no voy a cobrarle, sólo la estancia”, bromea el imaginero, que, como
bético, quiso incluir junto al escudo del
Sevilla que guarda la imagen en su interior otro del eterno rival, aunque él se declara, por encima de todo, “sevillano”, e incluso le fue concedida la
insignia de oro y brillantes del club blanquirrojo. “Fue idea mía, para que estuvieran juntos los dos grandes equipos de esta ciudad”.