El inoportuno y desafortunado gesto de Guido Bonini a los sevillistas en Mendizorroza

Las redes arden tras denunciar decenas de aficionados nervionenses desplazados a Vitoria que el preparador físico de Almeyda les retó desde el césped tras la derrota copera

El inoportuno y desafortunado gesto de Guido Bonini a los sevillistas en Mendizorroza
El momento en que el bonaerense interacciona con el público. - @mchurruca16

Apenas 9.825 espectadores acudieron este miércoles a Mendizorroza para presenciar la apurada victoria del Deportivo Alavés sobre el Sevilla FC en el partido de dieciseisavos de la Copa del Rey. Menos de la mitad del aforo de un feudo vitoriano que puede presumir en LaLiga de su alto porcentaje de ocupación, aunque la jornada laboral y lo intempestivo de la meteorología no acompañaban. Entre ellos, unos cuantos cientos de aficionados nervionenses que desafiaron a la distancia y el resto de imponderables para acompañar a su equipo, como siempre. No eran ni mucho menos los más de 4.000 que colapsaron varios de los graderíos almendralejenses del Francisco de la Hera, aunque se hicieron notar en la fría noche vasca con sus cánticos. Tras el 1-0 final, como es lógico, abroncaron a los suyos y pidieron explicaciones, algunos con más educación que otros también hay que decirlo, si bien las redes ardían en las últimas horas con un episodio, cuando menos, evitable y desafortunado.

El que no suele faltar, sin importarle los kilómetros que deba hacerse en coche o autobús, es Javi Churruca, conocido influencer y, a la sazón, cuñado de Antonio Puerta, quien captaba ese tenso momento con el duelo ya terminado en el que los futbolistas (él echa de menos a más canteranos dando la cara) se acercan a la esquina donde se ubican sus hinchas desplazados desde la capital hispalense. Entre ellos, que no abandonaron las inmediaciones del círculo central, sorprendía la figura de Guido Bonini, preparador físico de Matías Almeyda que aguantaba estoicamente el chaparrón verbal, si bien con una mirada desafiante que no se antojaba apropiada dadas las circunstancias. En un determinado instante, el bonaerense se señala el pecho, queriendo saber si la reprimenda o exigencia de un aficionado en concreto iba dirigida a él, tras lo que hace gestos con la mano en los que reta al susodicho a bajar para decírselo a la cara.

Más allá de que tenga alguna culpa o responsabilidad en el momento deportivo por el que atraviesan los futbolistas sevillistas, tremendamente cambiante al llegar la eliminación en el torneo del K.O. después de una goleada liguera contra el Real Oviedo, o en las continuas lesiones de la primera plantilla blanquirroja, huelga decir que echar gasolina al fuego no parece lo más idóneo. Por supuesto, quedan por conocer, si es que da el paso, las explicaciones o la versión de Bonini, el posible término malsonante que funcionó como resorte. Al menos, el calendario ofrece una ocasión casi inmediata este sábado en el Santiago Bernabéu para dar la campanada y conseguir que todo se olvide.

Una exigencia alabada ahora en entredicho

Como nunca llueve a gusto de todos, los malos momentos suelen ser ideales para buscar chivos expiatorios. Reza el dicho popular que 'el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano'. Y, ahora, le ha tocado a Guido Bonini. Seguramente, la mano derecha de Matías Almeyda en la parcela física en River Plate, Banfield, Chivas, San José Earthquakes, AEK de Atenas y Sevilla FC pudo haber evitado esa pose arrogante y desafiante tras una derrota dolorosa, aunque resulta llamativo como una de las figuras más alabadas en pretemporada por su 'látigo' con los jugadores en forma de exigencia en los entrenamientos ha pasado a ser carne de la crítica, con la coartada de la plaga de lesiones (hasta seis siguen en el dique seco, aunque llegaron a ser trece durante la semana).