"Las sensaciones superan la realidad, y la realidad es que estamos bien", dijo Eduardo Berizzo antes de encajar un 4-0 en Mestalla. El fútbol hay que verlo, desde luego, pero hoy día
todos los cuerpos técnicos se apoyan en las estadísticas para confirmar puntos fuertes, corregir los débiles o analizar a los rivales.
Y las del equipo nervionense
dicen todo lo contrario que lo rescatado de sus sensaciones por Berizzo, quien calificó de "accidente" lo sucedido en Moscú, donde el
Spartak de Moscú le endosó cinco tantos,
todos tras rápidas transciones, como hizo poco después el Valencia. Tras cada deficiente pase de los nervionenses o jugadas mal finalizadas, llega una acción de peligro de los rivales. Y hay una estadística que ayuda a entenderlo:
el Sevilla es el equipo de LaLiga que menos pases del adversario intercepta (8,8 por partido), la mitad que el
Eibar (16,4) y casi dos menos que el segundo menos ducho, el
Betis (10,2), otra escuadra que sufre muchísimo cuando tiene que regresar hacia su portería.
La lectura de estos números es evidente: la presión del Sevilla no es correcta, el equipo se ordena mal cuando tiene el balón y existe una distancia excesiva entre líneas, lo que dificulta el robo y facilita, por ende, los contragolpes del rival.
Hay más. Las estadísticas también demuestran que la falta de gol no está realacionada con la presunta escasa pólvora de Muriel y Ben Yedder, sino con las insuficientes ocasiones que genera el equipo. No en vano, el Sevilla es
el 10º que más dispara (12 veces por partido)
y el 12º que más goles marca (9), lo que le deja, prácticamente, en el sitio que le corresponde.
El problema, realmente, es que
ataca mal, como demuestra que sea
el equipo que más veces cae en fuera de juego de toda Europa (4,6 por partido). Es decir, que, a día de hoy, el Sevilla ni defiende ni ataque bien, tal y como demuestran los números. Por eso, ha perdido los tres últimos partidos, en los que
ha encajado 10 goles y marcado únicamente uno.
Quizá la solución no esté , como dice Berizzo, en cambiar la idea de juego, pero la suya, desde luego, tiene enormes lagunas.