Nunca es fácil jugar en Ipurua. Por sus reducidas dimensiones y las características de su morador, siempre suelen librarse sobre su césped incómodas batallas en las que son innegociables la concentración y la solidaridad en el esfuerzo. No es ningún secreto a voces y Lopetegui, al contrario que Montella, quien dijo haberle sorprendido el estilo de juego del Eibar tras salir goleado, lo sabe muy bien.
La intensidad es la seña de identidad de un equipo forjado a imagen y semejanza de su entrenador, José Luis Mendilibar, que esta campaña ya no tiene como innegociable su 4-4-2, obligado a buscar alternativas después de no haber estrenado aún su casillero de victorias. Ha probado también el técnico vasco con el 4-2-3-1, aunque en su campo todo apunta a que tirará de su versión más clásica para buscar lo que es ya un sello propio: entradas por bandas y centros laterales en busca de sus dos delanteros, dominadores del juego aéreo.
El fútbol directo y las rápidas transiciones ofensivas son la principal virtud del cuadro armero, aunque ha perdido profundidad por los costados tras las salidas de Cucurella yRubén Peña. Además, Expósito, el relevo natural de Joan Jordán, tampoco acaba de hacerse un fijo, por lo que Mendilibar podría optar hoy por blindar su centro del campo con dos 'perros de presa' como Escalante y Diop, confiando el desborde a Orellana e Inui, que se asocian y suman opciones por el centro. Todos, eso sí, contribuyen a trabajar en la presión. En el Eibar defienden desde el primero hasta el último. Una idea sencilla en apariencia que esconde una gran virtud.