REPORTAJE ED

Manolo Mesa: su historia

Alejandro SáezAlejandro Sáez 7 min lectura
El reloj superaba ligeramente las 13:00 horas y él, Manolo Mesa, nos esperaba nervioso. En la lejanía, casi escondido entre los coches que se amontonaban en una plazoleta; justo en la puerta de su bloque del barrio de Montequinto. Desde la distancia, vislumbramos su figura. No es un fake, El Coleta existe, y es de carne y hueso.

Su 'sobrino', Ismael, nos hace de cicerone, ya que sin él no habría sido posible este encuentro. Nuestro primer contacto telefónico con el involuntario 'influencer' sevillista se topó con un: "¿Cuánto pagáis?" y un bloqueo en redes. Una vez comprendido que ni yo era Jesús Quintero ni que esta entrevista le abriría las puertas de ningún reality televisivo, acabó accediendo.

Reconozco que durante esos momentos no las tenía todas conmigo y que mientras más me aproximaba a su encuentro, más dudas se acumulaban en mi cabeza. Mi objetivo, en todo momento, era el de conocer a esa figura que tanto cariño le ha demostrado el Gol Norte del Sánchez-Pizjuán. Empaparme de su historia, y contarla. Aunque algo, en el fondo, me hacía no verlo del todo claro. Si para algo me hice periodista, era para eso: contar historias. Y ésta (al menos a mí) me parecía interesante. ¿Quién es Manolo Mesa? ¿Qué había detrás de ese histriónico personaje? ¿Ídolo o juguete roto de un sector del sevillismo?



Engalanado para la ocasión con sus mejores prendas, lo primero que nos hace llegar es su preocupación por el estado de su esposa, enferma en la cama desde hace ocho años, y de un supuesto operativo que le hacía imposible realizar la entrevista si no era en su casa. La idea inicial, y así pactada, era hacerla en la calle. Momentos de incertidumbre máxima en los que el sentimiento de duda brota aún con más fuerza que nunca. Esos aires de grandeza, esa palabrería... El personaje parecía haber engullido a la persona y hacer algo serio, bajo la línea del respeto, se antojaba complicado.

Tras una difusa conversación a varias bandas, no sin todo tipo de excusas con las que intentar salir airosos de esa encerrona, acabamos accediendo y subimos a su casa. Tiempo suficiente para que mi compañero, bastante más serio que yo por la esperpéntica situación vivida, me mirara en más de una ocasión con cara de dónde nos estábamos metiendo, mientras subíamos unas oscuras y sinuosas escaleras de ese bloque algo deteriorado.



Cruzamos el umbral de su hogar. Un fuerte olor a ambientador de droguería da señales de que Manolo se ha esmerado durante la mañana en que su casa luzca y huela a limpio. Todo lo tenía preparado. Ese supuesto operativo no era más que una excusa para hacernos subir, presentarnos a su señora, enferma en la cama, y poder presumir ante ella de su notoriedad. Comienza la entrevista y un enorme cuadro de una diosa hindú al fondo hace de atrezo. Todo comienza a tomar forma... Mereció la pena arriesgar. "Llevo cinco años en Twitter...", dice un Manolo Mesa al que se le enciende literalmente la cara cuando habla de sus orígenes, "una cuna muy humilde y muy sevillista" en la que su padre se vio obligado a tener dos trabajos, lo que no le impidió pasar "algunas necesidades", e incluso "algo de hambre".

Manolo Mesa se ha quitado la careta, dejando a un lado ese disfraz de El Coleta que, en cierta manera, le ha llevado a la popularidad en redes sociales. No resulta sencillo, pues Manolo Mesa necesita realmente poco, muy poco, para salirse del camino y aflorar esa realidad paralela en la que el naruto y los Espartacos Mancos toman protagonismo, así como ese deseo de poder ayudar al fútbol andaluz desde la FAF de la mano de Iker Casillas. Pero no es esto lo que ocupa a esta entrevista. El objetivo siempre estuvo claro, conocer a la persona que se esconde bajo el personaje.



Su primer partido en el Sánchez-Pizjuán fue ante el Barcelona. "Ganamos 3-0. Me llevó mi padre", recuerda, "y el campo no estaba ni acabado todavía", apostilla un Manolo Mesa que dice haber jugado en el Sevilla Atlético en tiempos de Pablo Blanco. Éste, sin embargo, no lo recuerda, lo que no quiere decir que no probara fortuna en los escalafones inferiores del Sevilla FC, aunque él, posiblemente, adorne un poco más su historia. De ahí su sevillismo, "de cuna", pues se lo inculcó su padre, su abuelo y sus tíos. "Yo soy sevillista hasta la muerte", dice un Manolo Mesa cuyo sueño como aficionado es "ganar la Champions".

Más fiel a la realidad, sin embargo, es su etapa como director de banco y el hecho de que dejara a medias la carrera de arquitectura: "No me gustaba". Así lo corrobora su círculo más próximo. Un pasado poco acorde a su presente, el cual abandonó, nos indican, por amor a su actual mujer, con la que se dedicó al cante y la farándula, viviendo el esplendor de la Marbella de la 'jet set'. "Complicada, no. La vida con mi mujer es complicadísima, pues tengo que ducharla, bañarla, limpiar la casa, hacer los 'mandaos'... Pero para mí es un orgullo, pues yo a mi mujer la adoro". Y es que su señora es su otra pasión, junto al Sevilla FC.



Esto, quizá, explica su actual realidad y la dudosa popularidad que se ha ganado en redes sociales, amén de un cariño del sevillismo que, eso sí, es muy real en ciertos sectores. Y es que, a lo mejor, Manolo Mesa sólo necesita sentirse escuchado y eso lo ha conseguido en su universo paralelo 2.0, donde se siente "muy querido", habiendo recibido hasta "tres homenajes" por parte del Gol Norte del Sánchez-Pizjuán. La entrevista íntegra, su historia, en el vídeo que acompaña a este reportaje, #ElColetaEnED.
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