Paciencia.
Setién la requiere y su equipo la exhibe con plena confianza en el ideario del cántabro. Hasta ayer no había brindado un alto índice de éxito pero los heliopolitanos insisten convencidos de la validez del estilo y de su propia capacidad para ejecutarlo con réditos.
Poco a poco las piezas van encajando y, aunque todavía resta pulir aristas, tanto con balón como sin él, el
Betis atisba la luz con la virtud de saber esperar el momento para romper en posesiones largas y con el rival, como ayer
Olympiacos, concentrado en sus dominios. Labor que facilita
Carvalho, siempre vertical, con pases casi al primer toque para superar la primera línea de presión y poner en ventaja a los suyos en los aledaños del área.
El portugués se alió con
Canales, siempre muy dinámico y con la misma intención de limitar la horizontalidad mientras que
Lo Celso aportó ese plus de visión que tanto se necesita para no dormirse con el balón. Entre ellos se entienden, con circulaciones por dentro que, en muchas ocasiones, tendieron hacia fuera por las subidas de
Junior. No obstante, al
Betis, como es habitual, le faltaba esa última conexión con el ataque, ayer con dos puntas, déficit resuelto con
Canales con el 1-0 habilitado por uno de los delanteros, Sanabria.
Cómodo con el esférico, el
Betis sufría más de lo debido sin él, con lagunas en las transiciones y dubitativo en los centros laterales, si bien, con el resultado a favor, controló igualmente el tempo y se ajustó en la contención no concediendo ninguna ocasión. Es lo que quiere
Setién, el cóctel paciencia-talento y en Europa le funciona. Ahora toca en
LaLiga.