En plena cuenta atrás,
Víctor sabía que necesitaba un
golpe de timón para recuperar
crédito ante el beticismo y su equipo evidenció desde el principio una actitud y unos conceptos prácticamente desconocidos hasta ahora. Sin variar el dibujo, siempre innegociable, el
Betis saltó con
carácter protagónico, con intención de manejar el balón y, al contrario que habitualmente, hacerlo en el campo ajeno. Para ello, redujo el número de toques en favor de una propuesta
más directa y profunda, hallando un
filón en el costado zurdo, donde se gestó una sociedad de talento formada por
Durmisi, Ceballos y Joaquín. El danés se instaló en los dominios vigueses, mientras que
Joaquín, que partía arriba con
Alegría, disponía de libertad de movimientos, lo que beneficiaba al utrerano, ya que le encontraba continuamente. Esta disposición, plena de ambición, derivó en un carrusel de ocasiones en el primer cuarto de hora y en un dominio sin apenas oposición por parte gallega.
Y es que, obviamente,
la actitud pasiva del Celta ayudó a los verdiblancos, con facilidades para avanzar con el balón controlado desde atrás, función que recayó principalmente en
Mandi ante la ausencia de
Pezzella. La intensidad se percibía también en la resta, con presión tras pérdida, repliegues ordenados y sin dejar respirar a los locales. Esta superioridad, el compromiso y el filón por la zurda recibieron premio con el gol bético, con centro de
Durmisi y cabezazo de
Brasanac, que, con su
llegada a por todas​Un partido más, Darko Brasanac se erigió en el factor que no controlaba el rival, en este caso un Celta obsesionado con la vigilancia a Ceballos -jugó con tres pivotes para ello- y al que sorprendió la llegada desde atrás del serbio, autor del gol. , reflejó el espíritu de un Betis que ofreció la imagen que tanto ha demandado el beticismo con el único pero de que con 0-1 le cedió metros al rival (sin consecuencias). Una pena que
esta catarsis haya llegado con LaLiga en el epílogo.
Brasanac, el factor sorpresaUn partido más, Darko Brasanac se erigió en el factor que no controlaba el rival, en este caso un Celta obsesionado con la vigilancia a Ceballos -jugó con tres pivotes para ello- y al que sorprendió la llegada desde atrás del serbio, autor del gol.