El Betis se queda sin una sociedad que había conseguido
recuperar la ilusión después de años de hastío y decepción. Mientras el matrimonio entre
Lorenzo Serra Ferrer y el tándem que forman
Ángel Haro y José Miguel López Catalán estuvo bien avenido, la entidad disfrutó de Europa, de unas semifinales de Copa y de jugadores como Marc Bartra, Lo Celso, William Carvalho, Sergio Canales, Pau López, Joel Robles, Andrés Guardado, Cristian Tello, Feddal o Sidnei, por nombrar a los más destacados entre los
21 fichajes que ha cerrado el club en estos dos años con el balear como vicepresidente deportivo, en los que el valor de mercado del plantel se ha disparado.
El sentimiento general es pensar en el porqué de
este divorcio que sólo consigue acentuar la escisión vista este curso. Por qué tocar lo que funciona e ignorar argumentos de peso para mantener una unión exitosa.
Serra sabe que ha hecho cosas mal, pero está convencido de que la balanza hay más alegrías que tristezas. Sus partidarios recuerdan que siempre cumplió esa promesa que hizo cuando llegó por primera vez: poner el club a la altura de la afición. Ha estado presente en todos los éxitos del club en las tres últimas décadas: fue el último técnico en levantar un título, la Copa de 2005, fue subcampeón en 1997 y este año se han vivido con él las primeras ‘semis’ en 14 años.
Suyo también son
los tres mejores puestos en una Liga de 38 partidos: la tercera plaza de la 94/95 y los cuartos puestos en la 96/97 y la 04/05, cuando Serra convirtió al Betis en el primer club andaluz en jugar el nuevo formato de la Copa de Europa. La sexta posición de su primer proyecto como vicepresidente deportivo es la quinta mejor, tras las tres ya citadas y el quinto de la 84/85. Además, logró cuatro clasificaciones continentales en siete años en Primera (de Champions, UEFA y Recopa como técnico y Europa League en los despachos) y en la única que entrenó en Segunda consiguió un ascenso que se antojaba utópico.
Fuera del Betis, sin embargo,
no le fueron tan bien las cosas en Barcelona o Mallorca, donde también probó en los despachos. Por su parte, a los defensores de la gestión de Haro y Catalán no le faltan motivos para el elogio.
Merecen credibilidad porque de momento han cumplido con todas sus promesas. Haro dijo que el objetivo era clasificarse para Europa en tres años y lo consiguió. También se comprometió a reducir distancias con el Sevilla y en la 17/18 quedó por delante y el saldo en los derbis se ha igualado notablemente, con el 1-0 de este curso y, sobre todo, el 3-5 de enero de 2018 en la memoria colectiva. Al menos hasta ahora, han encontrado estabilidad institucional y
los años de Lopera y de administración concursal están olvidados.
La obra del estadio, la vuelta a las instituciones (el Villamarín acogió un partido de España 24 años después y una final de Copa), marketing, expansión... Muchas cosas buenas a la que
le faltó acertar en la planificación, algo que
sólo consiguieron de la mano de un Serra que ya es historia.