Rui Silva, a corazón abierto y a punto de cerrar un círculo
El guardameta luso se sincera sobre su pasado, presente y futuro en la revista 'Panenka', donde habla de la muerte de su padre, del compromiso con el Betis y del homenaje que le prepara

Está siendo una gran temporada la segunda de Rui Silva en el Real Betis. De hecho, a falta de cinco jornadas de LaLiga, prácticamente calca los números de la pasada, cuando se repartió los 55 encuentros oficiales con Claudio Bravo. En la 22/23, con seis menos, se ha notado la preponderancia del portugués, que fue suplente por primera vez en Bilbao después de nueve titularidades consecutivas. Afianzado bajo los palos heliopolitanos, el ex del Granada acapara elogios y salvaciones en un momento dulce, tanto a nivel profesional como personal. Tímido y políticamente correcto, el de Maia se abrió un poco más en su extensa entrevista con la revista 'Panenka', donde abrió de pasado, presente y futuro con el corazón en la mano, al tiempo que desveló que está a punto de cerrar un círculo importante para él, que ha vivido una época en la que "todo suma, desde la nutrición al trabajo físico, pasando por el trabajo mental". Mientras lo consigue, disfruta se su nueva ciudad, Sevilla: "Me gusta mucho, porque tiene una historia preciosa, gente apasionada por el fútbol, como se ve tras cada partido, tras cada entrenamiento, celebrando la Copa. Para lo bueno y para lo malo también. Pero me gusta que sea exigente y no deje que te acomodes".
“Voy a ser padre. Inês está de 14 semanas. Creo que va a ser niño. No lo sabemos aún, pero quizás le llamemos Manuel, por el padre de Inês y por el mío, que también se llamaba así", desvela el deportista, que recordó el triste adiós a su progenitor en pleno curso 21/22 y cómo le afectó: “Llevaba tiempo enfermo. Tuvo un trasplante. Desde que ingresó en el hospital, parecía que todo iba bien, pero vinieron problemas nuevos relacionados con la epilepsia. Uno piensa en la muerte, pero no quieres que eso ocurra. Los dos días anteriores a su fallecimiento me dijeron que estaba mejor, que respiraba por su cuenta tras un mes con respiradores. Pero, al final, no aguantó. Es difícil jugar así. Desde que empezó su problema de salud, estuve todo un año pensando cada día en él. Fue muy duro. Había momentos en los que no tenía ganas de ir a entrenarme; sólo quería estar con él. Mi madre estaba allí. Y mi hermana, con 17 años, viviendo una etapa muy difícil, también cuidaba de él, le daba de comer". Pero no dejó de acudir a su lugar de trabajo y rendir. Incluso unas horas después de enterrarlo: "Mi padre lo habría querido así. No tenía sentido estar en casa. En vez de quedarme allí llorando, me vine a jugar. Me traje a mi hermana a Sevilla. Mi madre se quedó allí, pues quería tener su propio espacio. Me costó concentrarme al principio. Pero luego todo pasa, aunque perdimos".
Fue ante el Celta y, aparte de arroparle sus compañeros, lo hizo un rival, Iago Aspas, que acudió a darle el pésame tras marcarle de penalti: "Fue un gesto muy bonito. El fútbol no es sólo la parte profesional, sino también la humana. Aquello lo recordaré siempre. Que una persona con su trayectoria se acercara a mí de esa manera me marcó. A veces a la gente se le olvida que tenemos sentimientos. Nos pagan por hacer lo que nos gusta, es verdad, pero a veces nos equivocamos. Y los errores son parte de lo que somos. Tenemos emociones, sentimientos, buenos y malos días, y es complicado vivir con esta exigencia". Como la de regresar a la selección tras la marcha de Fernando Santos y el desembarco de Roberto Martínez: "Ya he ido a una Eurocopa y, por supuesto, quiero volver a las convocatorias. Pero para eso tengo que trabajar en el Betis y esperar mi oportunidad. Rui Patrício y Diogo Costa son dos grandes porteros; Diogo está en un gran momento de forma, además".
Por último, Rui Silva recordaba que, en sus inicios, no tenía "la intención de ser portero; con siete u ocho años, simplemente disfrutaba, quería regatear, marcar goles...". Luego, entró a un equipo de fútbol sala de su pueblo junto a dos vecinos y, como el entrenador le vio "alto, muy alto para esa edad", le preguntó si quería ir de guardameta. Aquel 'sin problema, aquí estoy' marcó su carrera profesional, enfocada ya a España, donde "los equipos tienen un presupuesto mucho más alto y la intensidad no se puede comparar. En Portugal había partidos que jugaba delante de 1.000, 1.500 o 2.000 personas, y eso aquí es impensable. Al final, hace que la gente no quiera ver su fútbol y los jugadores se vayan a otra Liga más potente para adquirir una mentalidad completamente distinta, una que te ayude realmente acrecer como deportista". Y, aunque le quedan muchas paradas que brindar, se queda con una. Sí, la que están pensando: "Recuerdo la que hice en San Sebastián, en cuartos de finalde la Copa, precisamente. Un balón que saqué con la mano izquierda cuando Isak remataba casi a placer. No me di por vencido... y llegué".