Lisci se queda sin opciones: Osasuna busca soluciones urgentes para un lateral derecho en cuadro mientras trata de revertir su situación
Osasuna afronta un tramo crítico sin Rosier, Iker Benito ni Moncayola, lo que deja a Alessio Lisci sin especialistas para un puesto esencial. El técnico vive semanas de tensión deportiva y emocional, en un equipo que pierde más de lo previsto y que ha visto mermada su capacidad ofensiva y su profundidad de plantilla
La lesión de Jon Moncayola ha desatado un problema que Alessio Lisci llevaba tiempo sujetando con más voluntad que recursos. El carril derecho, una zona estructural para su modelo, ha quedado sin especialistas tras las bajas de Valentín Rosier e Iker Benito. Sin ellos, el técnico afronta un reto que va más allá de lo táctico: gestionar la fragilidad del equipo en medio de un inicio de temporada que ha puesto a prueba su capacidad, sus decisiones y, sobre todo, su resistencia emocional.
Una vía lógica: Arguibide como apuesta de presente
Promocionar a Íñigo Arguibide, lateral del filial, es la solución más natural. Mantendría la defensa habitual, permitiría respetar los automatismos y evitaría recolocar piezas importantes. El precio, sin embargo, está en la presión: Lisci solo dará el paso si considera que el canterano puede sobrevivir al ritmo y la exigencia de la Primera división. Apostar por un joven sin rodaje implica convicción y también valentía, dos rasgos que el técnico ha mostrado, pero que en plena necesidad pueden volverse riesgo.
Kike Barja como lateral o carrilero aparece como una alternativa creativa, pero no indolora. Para sostener la estructura, sería necesario añadir un tercer central, Juan Cruz, Herrando o Osambela, lo que supondría sacrificar a un jugador de ataque. Lisci perdería desequilibrio y amenaza entre líneas en un equipo que ya sufre en ese apartado. La decisión, más estratégica que táctica, exige aceptar pérdidas para tapar otras carencias.
Las opciones más conservadoras
Catena o Boyomo pueden ocupar el lateral derecho en una defensa de cuatro. Ganaría seguridad, rigor y posicionamiento, pero renunciaría a profundidad y llegada. Sería una banda controlada, sí, pero previsiblemente estéril en ataque. Es la solución que menos desestabiliza al sistema, pero también la que más evidencia las limitaciones de un Osasuna que ya genera poco y finaliza menos.
La alternativa más forzada pasa por utilizar a Juan Cruz o Abel Bretones a pierna cambiada. Esquema asimétrico, salida comprometida y pérdida natural de amplitud. No forma parte del ideario de Lisci, pero refleja que, hoy, el margen de maniobra es estrecho y el escenario obliga a contemplar caminos que en agosto parecían imposibles.

Un contexto que pesa: Osasuna pierde más que nunca
Las dificultades en el lateral son solo una grieta dentro de un problema mayor. Osasuna ha perdido siete de doce partidos y se sitúa entre los equipos de las cinco grandes ligas con más derrotas. Y aunque defensivamente el equipo no es un caos, encaja menos que el curso pasado y concede ligeramente menos, la caída ofensiva es severa: nueve goles en doce jornadas, el peor registro desde 2013.
La falta de rotación también asfixia: es el equipo que menos jugadores ha utilizado, tan solo 20, y el segundo que menos recurre al banquillo. Poco fondo, pocos revulsivos y poca chispa.
Lisci es consciente de todo ello. La exigencia no le ha dado tregua en su aterrizaje en Pamplona, y la reconstrucción del lateral derecho es solo la última prueba de un técnico que intenta sostener al equipo en medio de una tormenta competitiva y emocional.