Rubiales, Medina Cantalejo y la sobreprotección a los árbitros: Gayà, Canales o Acuña pasaron sus líneas rojas

El antecesor en la presidencia del CTA, Velasco Carballo, defendía a finales de 2020 "que se expresen las opiniones que se quieran sobre las actuaciones del colectivo arbitral", porque "se critica a los grandes jugadores, a los entrenadores y a los presidentes", aunque matizaba que "tiene que haber unos límites"

Óscar MurilloÓscar Murillo 7 min lectura

El vídeo de aquella rueda de prensa no es tan antiguo. Lo compartía esta semana en su perfil de Tiktok @miguelbetico2 y sirve para recordar cuál era la postura de la RFEF y el CTA respecto a la libertad de opinión. Bueno, para ser más exactos, porque se da por descontado que no quieren ni pretenden prohibir este derecho fundamental del ciudadano, sobre la crítica que entrenadores, jugadores, presidentes o periodistas ejercen sobre las decisiones de los colegiados. Velasco Carballo, sustituto en mayo de 2018 del ínclito Sánchez Arminio, a quien Luis Rubiales se cargó en cuanto tuvo ocasión, se pronunciaba a finales de 2020 sobre una cuestión de pura actualidad, dejando unas reflexiones que, visto lo visto, reflejan la radicalización de algo que ya existía, la protección a los jueces deportivos, y que han sufrido los profesionales del deporte rey en forma de sanciones a la hora de expresar su opinión desde que, a finales de 2021, Medina Cantalejo ocupase la presidencia del Comité Técnico de Árbitros.

"Los árbitros, el CTA y la RFEF, evidentemente, aceptan, como no podía ser de otra manera, todas las críticas al colectivo arbitral, que se expresen todas las opiniones que se quieran respecto a las actuaciones del colectivo arbitral, que se diga que un árbitro se ha equivocado o se 'ha tragado' tres penaltis, que tenía que haber sacado cinco rojas... Cómo no, y así lo hemos demostrado, somos partidarios de que todo el mundo pueda expresarse con absoluta libertad, como no puede ser de otra manera. Somos firmes defensores de que esas actuaciones deben ser así, aparte de transparentes. ¿Cómo no se va a poder criticar a los árbitros? ¿Cómo no se va a poder decir que un árbitro se ha equivocado en muchas decisiones, que lo ha hecho muy mal, que no ha acertado ni una sola? Se critica a los grandes futbolistas, se critica a los grandes entrenadores, se critica a los presidentes... Claro que sí", apuntaba el ex colegiado madrileño, una forma de ver la cuestión que matizaba a continuación: "Simplemente, parece lógico también explicar y creemos que es fácil también de entender, hay una línea que no debemos cruzar. Y son aquellas expresiones, manifestaciones o declaraciones que cuestionen el mayor valor de un árbitro como juez, en este caso deportivo, como son su honradez y su honorabilidad. Creo que estaremos de acuerdo con que se puede criticar todo, se puede decir todo, pero algún límite debe existir”

Las líneas rojas se han subrayado de forma patente, como demuestra el incremento de castigos a quienes las bordeaban o directamente cruzaban, amparados en el uso de su libertad de expresión. Los primeros agraviados han sido el valencianista Gayà y el bético Canales, castigados con cuatro partidos por dar a entender que las decisiones de los jueces de turno eran premeditadas. El sevillista Acuña ha tratado de matizar lo que Pizarro Gómez recogió en el acta tras el choque ante el Celta, cuando el argentino vio la roja por llamarle "puto personaje", aclarando que no hubo tal insulto. Para el caso daría igual. El problema está, como denuncian los clubes afectados, desgraciadamente, más en la camiseta que visten que lo que dicen. No en vano, se han vuelto virales de nuevo unas declaraciones públicas de Sergio Ramos idénticas a las del cántabro en su etapa madridista que se quedaron en nada, como las más recientes de Ancelotti argumentando que el colegiado de turno se había "inventado" un penalti. Aparte de las graves palabras que dirigió otro blanco, Vinicius, a Hernández Hernández que ni siquiera fueron recogidas ni tuvieron, lógicamente, penalización alguna.

Pese a ganar en el Benito Villamarín y beneficiarse de algunas decisiones polémicas de Cuadra Fernández, el Cádiz CF insiste en una unión andaluza, extensible a los clubes afectados por los agravios arbitrales, postura que también secundan el Sevilla FC y el Real Betis. Los nervionenses han emitido comunicados de repulsa a algunas decisiones y se han adherido a las reclamaciones de su eterno rival, que acudió a la justicia ordinaria para conseguir la cautelarísima por Canales, que desperdició el gesto al ver la roja contra los amarillos el pasado Domingo de Resurrección. La propia AFE se ha puesto a favor de los jugadores, denunciando que se están vulnerando sus derechos y pidiendo a LaLiga y la Española una reunión para modelar la reglamentación y evitar, de esta forma, que las entidades acudan a instancias civiles, que suelen darles la razón, lo que señala un fallo de origen en la norma.

La inminente Nueva Ley del Deporte, en teoría, subsanaría estas ambigüedades. Sea como fuere, queda de manifiesto el paso atrás experimentado por la RFEF en cuanto a su sobreprotección a los colegiados cuando es flagrante no ya que ni siquiera el VAR ha servido para democratizar el mundo del fútbol, administrado de forma subjetiva y con muchas influencias externas, sino que existe un mal de fondo: las disparidades en el criterio sancionador. Después, que un menosprecio o insulto grave, una agresión leve y una desconsideración verbal tengan el mismo castigo que opinar educada y libremente en los medios de comunicación sobre la imparcialidad de los jueces deportivos es, como poco, para hacérselo mirar.

Unete a nuestro canal de Whatsapp Únete a nuestro canal de Telegram